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Anonymous: el enemigo inmaterial

Publicado originalmente en Valenciaplaza.com

MADRID. Cuando Anonymous dio el salto a la calle, sobre todo en apoyo a las revueltas de la llamada ‘Primavera árabe’, hace ahora un año, la careta de Guy Fawkes se convirtió en un símbolo para el mundo. Fawkes fue un conspirador católico inglés que trató de volar el Parlamento y asesinar al Rey de Inglaterra en 1605. Recuperado como personaje por Alan Moore para el cómic ‘V de Vendetta‘ después de convertirse en un icono online, su imagen ahora también nos traslada directamente a la abstracta idea del movimiento de los ‘indignados’.

Resulta especialmente complejo hablar de un organismo global que actúa a partir de su estructura líquida, no ya sin jerarquías, sino incluso sin nombres. Como un monstruo de siete cabezas en la era de la fragmentación social, desde 2006 su imagen aparece como un látigo tras numerosos ataques a grandes empresas y gobiernos en Internet. Pero, ¿qué sabemos de Anonymous?

ANONYMOUS: ORIGEN Y REDADAS EN LA RED

Anonymous se forjó en wikis, foros y otros soportes participativos, como 4chan, en los que jóvenes especialmente descontentos -quizá en lo personal; quizá trazándolo hacia lo social y más tarde hacia lo global- han demostrado una capacidad de acción por encima de muchos sistemas de seguridad (NASA, Pentágono o FBI) cuando algo no les gusta. Y lo hacen desde casa, con sus propias manos, juntos, sin dejar huella.

Anonymous funciona como un ‘sistema de niebla’, capaz de estar sobre nosotros sin que lo apreciemos o de cerrarse a su voluntad cegándonos el acceso a determinadas áreas de la Red, a menudo suplantando la identidad del objeto atacado. Defensores, según afirman, de su modelo de libertad de expresión y de una estructura social que califican de «libre, justa y global», sus acciones mantienen en vilo a un sinfín de multinacionales que se han visto afectadas gravemente por sus ataques: Monsanto, PayPal, Warner, Sony, EMI, Departamento de Justicia de Estados Unidos, FBI, Pentágono, NASA, y un largo etcétera.

En España han sido atacadas las webs de SGAE, Ministerio de Cultura, Senado, Academia de Cine, Partido Socialista o Partido Popular, entre otras. El sistema habitual de sus ataques dentro o fuera de España es la utilización de una herramienta de ataques masivos, conocida como DDoS. Este sistema envía un gran número de accesos/visitas a las páginas atacadas, colapsando sus servidores. En la mañana del miércoles 25 de enero, las webs de Unidad Editorial (El Mundo, Marca y Expansión, entre otras) sufrieron un ataque de este tipo, aunque no ha sido reivindicado por ningún Anon.

DELITOS, ARRESTOS Y OBJETIVO PARA EL FBI

Los propios Anon (abreviatura utilizada por sus miembros) se consideran hacktivistas aunque para organizaciones de defensa como el FBI son ‘ciberterroristas’. Lejos de la sensación que a menudo ofrecen los medios de impunidad legal frente a este grupo, el mismo FBI ha puesto su objetivo en ellos y en uno de sus últimos golpes a la red Anonymous arrestaron a 14 ciberactivistas (julio de 2011) por sus ataques continuados a la empresa de transacciones de dinero en Internet PayPal.

Tras la careta aparecieron, entre otros, los siguientes nombres: Christopher Wayne Cooper, 23, aka “Anthrophobic”; Joshua John Covelli, 26, aka “Absolem” y “Toxic”; Keith Wilson Downey, 26; Donald Husband, 29… y así hasta 14 miembros, cuya media de edad está en torno a los 23 años. Una de las detenidas fue Mercedes Renee Haefer, 20, aka “No” y “MMMM”, la cual coprotagoniza el documental We Are Legion, que se estrenó la semana pasada en el festival de Sundance con gran éxito y que  pronto llegará a España. 

En junio de 2011 fueron detenidos y liberados en España 3 miembros ligados a esta organización. La Policía Nacional se refirió a las detenciones como «desmantelamiento de la cúpula» de Anonymous en nuestro país, aunque los arrestados fueron puestos en libertad poco después con cargos por asociación ilícita. Anonymous ha seguido reivindicando ataques en nuestro país meses después.

Otros miembros han sido arrestados en Alemania (2010), Reino Unido, Australia, Turquía y Holanda (2011).

LA TEORÍA DEL CAOS

Algunos grandes medios especializados en información económica, como Financial Times, han dedicado tiempo y esfuerzo a tratar de concretar quién son, qué quieren y por qué lo quieren. Han llegado a contactar y hablar con algunos de ellos, pero aún así no es fácil, como deja claro Kayla, Anon reconocido a nivel internacional, que aseguró a ese periódico: «Si actúas bajo el nombre de Anonymous, lo ha hecho Anonymous«. 

Esta pura teoría del caos hace de esta organización un complejo entramado totalmente distinto a cualquier otra actividad terrorista con la que es comparado por los servicios de seguridad gubernamentales. La finalidad de sus ataques, más que el método o el espacio en el que lo desarrollan (ahora también en la calle), son su principal hecho diferenciador. 

No es precisamente el representante de los valores de Anonymous, pero Mark Zuckerberg (cofundador de Facebook, según su perfil de Facebook) hizo un comentario que relaciona todo el espíritu de una generación. Al ser preguntado por su opinión acerca de la película ‘La red social’ (The Social Network, David Fincher – 2010) tras su estreno, el creador de Facebook comentó: «parece que en Hollywood nadie pueda entender que hay gente dispuesta a hacer cosas por el simple hecho de hacerlas».

Sin querer sumarme al mantra de los seguidores de Zuckerberg ni a la propensa tendencia por la definición generacional de los ‘indignados’, la verdad es que hay una dosis de realidad en su idea, y es que no cuesta mucho abstraerse a la realidad de millones de jóvenes, si no en paro -como es nuestro caso más habitual-, si desencantados con el sistema heredado. 

Más allá de los valores, cuando se pueden cambiar las cosas por el mero hecho de comprobar la reacción, cuando las consecuencias están todavía por definir, entonces ¿por qué no hacerlo? En los hacktivistas hay algo de pirómano y algo de humanista. No aspiro a comprenderlos, porque intuyo que su figura no se puede definir con los personajes de la historia que ya hemos conocido, o quizá sólo con algún descolgado como Guy Fawkes, pero en un espacio libre como Internet. Lo que sí está claro es que, después de años actuando, no han sido capaces de levantar precisamente el rechazo de la sociedad occidental.