Crítica de cine, Opinión

¿Puede Valencia ser ‘Happy’?

Publicado originalmente en Valenciaplaza.com

Pongamos que es martes. Pongamos que un grupo de personas ha grabado un vídeo en la ciudad de Valencia. Pongamos que el vídeo está inspirado en un movimiento comercial (discográfico en este caso) y que, sin ánimo de lucro por parte de sus continuadores, es subido a YouTube el domingo en busca de visitas. En menos de 48 horas consigue unas 20.000 reproducciones. El objetivo del clip: «Contar que aquí también hay gente que es feliz», me dice Víctor Arroyo Melis. He conseguido su teléfono haciendo algunas llamadas y, pese al atropello matutino, sigue entusiasmado con lo que está pasando.

EL ORIGEN DE LA PUBLICACIÓN

Analizo lo que hay: un street video, gente aparentemente espontánea bailando música de Pharrell Williams y una causa bastante ‘blanca’. Compruebo en YouTube que existen casi tantos vídeos como ciudades tiene Occidente. Compruebo que quizá haya tantos o más en Oriente. El del ‘cap i casal’ repasa como una letanía los sitios más típicos de la ciudad. No hay pérdida ni sorpresa, excepto por la forma en la que los personajes filmados bailan. Deshinibidos, alegres, y encima ¡hasta parecen gente de lo más normal! El uso de la steadycam es bastante bastante bueno.

Compruebo que el crecimiento de visitas sigue. Miro la cuenta en YouTube de Turismo Valencia, una Fundación privada ambién] sin ánimo de lucro que reúne al Ayuntamiento de Valencia, Feria, Cámara de Comercio, Confederación Empresarial Valenciana y los principales empresarios locales del sector. Ni sumando todos su vídeos han conseguido un impacto similar en esta plataforma. Y estamos hablando de un equipo de trabajo dedicado -entre muchas otras cosas- a conseguir este tipo de ‘resultados’.

Pido la venia para publicar el tema. Quiero enfrentar la actividad del viral con la de los organismos encargados de promocionar el turismo de la ciudad en Internet, y así lo acabamos contando. Lo hacemos también porque ningún otro medio ha reparado en ello a esa primera hora de la mañana, porque el lector merece historias exclusivas, distintas y sobre lo más próximo. Contactar con el responsable del asunto no cuesta mucho, como he dicho. La noticia es, desde su lanzamiento, la más leída del día en ValenciaPlaza.com.

Al rato compruebo una vez más que, afortunadamente, el nuestro no es el único criterio editorial. Hay otros. Algunos son del tipo: capturo el vídeo + lo meto en mi propio sistema de vídeos + le inserto una publi de 20 segundos + monetizo el arreón de visitas. Repito el mensaje, sí, pero el contador de la publi emitida suma y sigue. Supongo que cuentan con que la difusión evitará que a los chavales se les ocurra sentirse utilizados para la recaudación. ¡Todo sea por la difusión (y las visitas)!

DURANTE LA MAÑANA: 20.000 REPRODUCCIONES

El vídeo ya tenía un camino ascendente antes de que ningún altavoz se parase a multiplicar su impacto, pero en contacto con los medios desata tres sensibilidades que se dejan notar en las redes sociales: una, la de felicitación, viralización y apoyo. Traducido en mensajes recibidos en el Facebook de Valencia Plaza puede resumirse en «¡cómo mola!»; la segunda reacción es justo la contraria,  que traducida en mensajes con mención al Twitter de Valencia Plaza es algo así como: #Gomitiu, «Òstia q dur» o «açò es precís?»; la tercera y que no me atrevo a descartar es la de la indiferencia, que la historia nos ha venido a demostrar que es la posición mayoritaria ante cualquier movimiento mental.

Mientras trato de seguir con diez o doce tareas más y a la vez, no puedo evitar leer reacciones. En el muro de Valencia Plaza en Facebook me encuentro una sorpresa importante: un usuario invita a los autores del vídeo a firmarlo como «Nuevas Generaciones católicas de Valencia». El usuario está bien informado porque el mismo Arroyo Melis con el que había hablado un par de horas antes contesta rápidamente en el mismo espacio: «un 95% de los que aparecen en el vídeo somos católicos!! solo que me ha faltado decirlo en el artículo», y cierra con emoticono sonriente.

Quizá no lo dijo porque a mí no se me ocurrió conectar el vídeo con ninguna creencia religiosa. Quizá se me pasó por alto porque sonando Pharrell Williams de fondo mientras preparaba las preguntas en mi cabeza seguían vivas las letras de los los geniales N*E*R*D, que con Williams al frente, diseñaban sus portadas a sabiendas de que el sello de ‘Parental Advisory’ no se lo iban a poder ahorrar. Aun así, trato de analizar: ¿era crucial esta información? ¿Se enrarece así el mensaje del vídeo? ¿Cambia su finalidad? ¿Se detiene su efecto viral? El usuario que reclamaba la firma les felicita por su «labor de difusión, en eso sois expertos e impecables». Acto seguido califica el mensaje del vídeo, respetuosamente, como «buenrrollista acrítico absolutamente alejado de la actual realidad social«.

EL FUEGO CRUZADO DE LA TARDE: 25.000 REPRODUCCIONES

El clip pasa a ser objeto de crítica y debate. Entre amigos de Facebook encuentro celebraciones y escupitajos, signos de exclamación e insultos. Algunos bastante duros. De los silenciosos no sé nada y a media tarde, sintiéndome algo cobarde, acabo refugiándome con ellos mientras empiezo a escribir este artículo. Veo a la gente comentar los aspectos técnicos del vídeo y la cosa se eleva a debate sobre el objetivo del mismo y el reflejo que da sobre la ciudad: «mostráis la Valencia que queréis que se vea». Los ofendidos, indignados, repiten aquí y allá: «vergüenza ajena». Los happies, a lo suyo: más exclamaciones y caritas sonrientes.

Leo referencias al ERE de Coca Cola, a Freud, a los familiares que han tenido que emigrar de la ciudad al límite de sus posibilidades personales… ¡quién dijo que Valencia era ‘happy? Les siguen citas a Gürtel, «está lejos de la situación que estamos viviendo» y un especial (y habitual) desprecio por la Ciudad de las Artes y las Ciencias como símbolo de todos los males que afectan al sistema económico local y tal. Recordando enganchones similares, acabo por aceptar que el fuego cruzado durará días.

Me sigo haciendo preguntas: ¿esta gente (por el grupo 2) sabrá que el lindy hop es una corriente creciente de baile en Valencia? ¿Y si les ve haciendo de las suyas por la calle… se lía? Al rato veo que los del grupo 1 empiezan a contestar sacando las uñas: «siempre mezclando la política con todo lo demás», «amargaos», «q quereis ver dnd no lo hay?». Les leo y me pregunto también ¿Será evasión en tarifa plana o, quizá, será un rato divertido, inocente y con ganas de decir ‘me cago en to’ lo malo’?

AL CIERRE: 40.000 REPRODUCCIONES

¿Valencia puede ser ‘Happy’ a día de hoy? Lo que queda claro es que gritarlo, como alguien que se libera ante su vaivén diario (con más arena que cal), no sale gratis. Pesa y mucho el mensaje en esta sociedad valenciana, más dolorida y enrabietada de lo que desde luego el vídeo pudiera contar. Tengo claro que no era precisamente eso lo que quería contar el vídeo y estoy seguro de que no es una cortina de humo orquestada por nadie al volante (¿hay alguien al volante?). El vídeo cuesta de digerir por muchos; la línea que separa el buen vivir del buen hacer es tan fina que resulta demasiado sensible a día de hoy para un grupo notable de valencianos.

A otro nivel sigue quedando el rebatible concepto de la felicidad, la búsqueda infructuosa jaleada por el sistema capitalista y un debate postmoderno que se me escapa. Aun a riesgo de despertar suspicacias por la vía del optimismo, lo que sí me atrevo a asegurar es que hay más gente dispuesta a levantar la voz contra lo que no funciona. Mucha más que hace cinco años, seguro. Y no son solo las herramientas digitales. O no solo. Pero ahora vendrán los que pueden decirme llenos de razón que eso no significa que se vaya a producir el esperado cambio. El cambio tiene mucho de ‘acting’ y como cronistas del ‘acting’, por el momento, nos queda recoger lo que se va sembrando.

Por cierto, opciones de vídeos turísticos sobre la ciudad y su entorno hay unos cuantos, pero aprovecho este espacio personal para destacar el que a mí más me gusta. Una delicia total y que envío cuando quiero contarle a alguien dónde vivo.

☊ Òscar Briz – València tensa