Diseño, Entrevistas

Mariscal: «Cerrar el estudio ha sido un golpe durísimo para mí»

El diseñador valenciano más internacional recupera «tiempo e intimidad» tras deshacer su proyecto como estudio

Publicado originalmente en Culturplaza.com

Se ha despertado antes de las 6 de la mañana, son las 21 horas y hoy ya ha contestado a una docena de entrevistas antes que a esta. Le queda alguna más y lo sabe. Es jueves, ni siquiera hay 8 grados de temperatura en el centro de Valencia -algo inusual, y él lo sabe-  y unas 100 personas contemplan en exclusiva el chester que ha diseñado para Canella Mobiliario, una de las firmas valencianas con más negocio en los mercados emergentes. No muchos de los presentes saben que su estudio cerró como tal el pasado verano, 25 años después de haber convertido una fábrica de Poblenou en el ‘Palo Alto’ de Barcelona. Javier Mariscal acaba de cumplir 65 años hace tan solo unos días, pero ni todas estas cifras ni la clausura ‘oficial’ de su buque insignia atenazan su creatividad.

El sofá que presenta es una explosión cromática y recuerda al sillón Alessandra que diseñó en 1995 para un fabricante italiano. Ahora, el salto de telas en la tapicería de aquel divertido asiento se adapta a la ortodoxa forma del chester, como una analogía de lo que el propio creador parece estar viviendo. «Hace 25 años pensaba que tenía que crear un lugar donde la gente se lo pasara bien, donde hubiera sofás para quedarte a dormir, librerías y juegos para pensar, un espacio como Palo Alto. Cerrar el estudio ha sido un golpe durísimo para mí, pero ‘nos’ adaptamos y seguimos». Allí siguen sucediendo cosas, pero las hasta 30 personas que fueron ya no figuran como titulares del mismo. Ahora, a su alrededor, un enjambre de profesionales de confianza y freelances continúan con los pedidos que, en menor medida si lo comparamos con las últimas tres décadas, siguen llegando.

En los años 90 tres de sus once hermanos fueron incorporándose al estudio a tiempo completo. Santiago, dedicado al mundo de la empresa y a la postre gerente de Estudio Mariscal; Tono, llegado del mundo de las audiovisuales, integrado también en el estudio (Muviscal) y pieza consorte del gran proyecto cinematográfico Chico&Rita que realizaron junto a Fernando Trueba; Pedro (Pedrín), hombre del textil y ahora gerente de la etapa Palo Alto Market: un mercadillo, de arte, moda y gastronomía que con tan solo tres citas en los últimos tres meses se ha convertido en un networking desenfadado y deseado por la comunidad creativa de todo el mundo. El lugar, no obstante, acoge a una veintena de empresas creativas, con arquitectos, escultores o desarrolladores web a los que la suerte de la recesión les ha afectado en distinta medida.

Pero Mariscal sigue trabajando, rodeado de los miembros de esa «familia», los que le llaman Xavi con naturalidad, que ha sacado una producción ingente en torno a su firma. Mobiliario, iluminación, comunicación, diseño gráfico, ilustración, arte, instalaciones, carteles, portadas para The New Yorker, audiovisuales corporativos, web, series y cine de animación, miles de aplicaciones a partir de Cobi… «Ahora tengo más tiempo para mí, para estar con mis niños, para perderlo, para perderme… Lo que tengo claro es que el mundo no ha dejado de mejorar desde que surgió. Cada vez es más estimulante», añade y es  interrumpido constantemente por admiradores. Hablo con cada uno de ellos y habla de su Valencia natal. Él y sus hermanos acudieron al colegio El Pilar y recuerda una ciudad muy distinta a la que irradia el remodelado Mercado de Colón: «me gusta lo de anar com cagalló per sequia. ¿Conoces la expresión? Cuando iba al colegio yo veía eso, literal, en las acequias de Valencia. Así vamos por aquí».

El diseñador, que reconoce haber hablado varias veces a lo largo del día de Cobi, su mascota para las Olimpiadas de Barcelona ’92, confirma con su conversación el ímpetu mediterráneo, bohemio y artístico de la ciudad: «si naces en Burgos tu cabeza también se estructura como quiera que se estructure allí una cabeza. Si en tu infancia tienes una luz como la de Valencia, que hasta en invierno tenemos esta luz, pues acaba influyéndote a la hora de crear, y el Mediterráneo nos afecta. Me refiero a las influencias estéticas del entorno. Por ejemplo, en esta ciudad está intacto el gusto por lo kitsch que proviene de Italia. Esa cosa cutre de Italia está aquí también».

-Valencia acusa la ausencia de diseño, como si fuese una oposición a su propia realidad creativa.
-«Lo que hay que tener claro es que si una ciudad tiene una comunicación casposa, es porque sus políticos así lo quieren. No es casual. Es lo que ellos quieren contar y transmitir de la ciudad. El caso de Barcelona ahora es paradigmático. Con el nuevo Gobierno local [Xavier Trias, Convergència i Unió] se está comunicando de una forma cutre, pero es la que conecta con sus mandatarios, la que quieren contar».

QUÉ PINTA EL CLIENTE

Mariscal recuerda la función «social» del diseño y su existencia «para comunicar mejor y para que los lugares adquieran valor. La gente perdería los vuelos en los aeropuertos de no ser por el diseño». En este sentido, los proyectos institucionales parecen haber caído en desgracia con la crisis. Además del omnipresente Cobi, Mariscal firmó en 1979 el perdurable logotipo Bar Cel Ona.

-¿Contar con clientes potentes, como H&M o Camper, ayuda a crear una mejor carrera como diseñador?
-«Es que no sé de qué me hablas cuando hablas de ‘carrera'».

-¿Prospera la creatividad y el diseño a partir de los grandes clientes? ¿Ha sido importante para ti contar con ellos?
-«No. Ahora mismo trabajo para una serie de colegios de Castellón que tratan de comunicar mejor sus menús para sus alumnos. Y hay un montón de información y, personalmente, lo abordo como si fuera el mayor de los encargos, justo al lado de otro que a lo mejor estoy haciendo para una multinacional».

Otros proyectos, a lo largo de su ‘carrera’ -cúmulo de tiempo y trabajo que no acepta encapsular en esa palabra- le han vinculado a la imagen de Valencia con marcas ahora ‘manchadas’ por la actualidad. Desde la última imagen de Bancaja, todavía presente en su Fundación, a la de la 32ª America’s Cup:

-Siguiendo con la relevancia de los clientes en el trabajo del diseñador. ¿Te arrepientes de haber trabajado para alguno?
-«¿Arrepentirme? No conozco ese verbo. Hasta el día de hoy yo no recuerdo haberme arrepentido de nada». 

-Pese a la ruptura de fronteras de consumo visual, ¿una imagen local muy concreta, muy propia, sigue siendo tan potente como antes para comunicar en el mundo?
-«El caso más claro es el de Pedro Almodóvar. ¿Qué tendrán que interesarle esos personajes antiguos de La Mancha, esos lutos, a la gente de Japón, por ejemplo? Pues es muchísimo más potente. Lo importante es dominar todos los elementos de comunicación de ese ámbito y crear un relato potente con ello».

EN CONSTANTE ACTUALIZACIÓN

El valenciano acepta que el hecho de haberse desprendido de una forma estructural de su estudio, donde no obstante siguen sucediendo cosas y del que extrae a su equipo de confianza, le está haciendo trabajar «quizá de una forma más íntima. También lo encaro como un reto y como una crisis, que es oportunidad y es salida… pero sí, me preocupo por cosas que antes no controlaba, como papeles, cuentas y esas historias». Tras numerosos diseños de producto, exposiciones y creaciones que, salvo ser un encargo puntual, tocan el mundo del arte frente al del diseño, Mariscal reconoce que el papel de las nuevas tecnologías no es sino un dinamizador de su trabajo. «De todos los aparatos, con el que quizá más trasteo es con el iPad porque está ligado al dibujo. Uso mucho la aplicación Dink. Igualmente, es muy cómodo poder estar enviándote imágenes a partir de WhatsApp para ver cambios o modificaciones con tu equipo».

Recuerda sin nostalgia como apreció el avance de que uno de sus diseños pudiera estar «en cuestión de minutos entre Buenos Aires y Nueva York [se refiere al fax]. Esto solo ha hecho que ayudarnos a avanzar. Pero bueno, también hay cosas que no entiendo, como Twitter. Estoy, pero no sé qué le sucede a la gente que hay ahí adentro. Cuando les da por ahí me insultan». Aun así, precisamente esta red social, le reportó miles de alegrías recientemente: hace tan solo unos días, La2 de Televisión Española emitió Chico&Rita. «Me han llegado miles de felicitaciones, porque mucha gente que ya la había visto la ha vuelto a ver y otra que lo ha hecho por primera vez ha querido enviarme algún mensaje. Miles de mails también…».

Los ojos le brillan especialmente al hablar de su película junto a Fernando Trueba.

-¿Ha sido uno de tus trabajos más satisfactorios?
-Sin duda.

-¿Quizá ha influido el hecho de poder comunicar de una forma transversal, a partir de un mayor número de estímulos: imagen, movimiento, música, sonidos…?
-«Básicamente, es eso. De hecho, creo que si alguien debe firmar la película es Fernando (Trueba), porque yo me he metido en su terreno y él en el mío, pero quien domina todas las artes que hay ahí dentro es él».

Mariscal reconoce que ambos trabajan con diferentes ideas de guión y que «si hay una buena historia, la financiación no es un problema». Fueron algo más de cinco años de trabajo, con un equipo base de 80 personas trabajando -varios cientos en momentos puntuales de la producción-. Sin embargo, la misma fue la tormenta que precedió a la deriva del propio estudio. Los 150.000 dibujos y una vitrina plagada de premios (Goya, Premios del Cine Europeo, Premios José María Forqué, Premios Gaudí, Premios Annie, nominada al Oscar como mejor largometraje de animación…) no sirvieron precisamente para realzar el económicamente el vuelo del estudio, que desde 2010 iba restando cuota de negocio hasta solicitar hace algunos meses el concurso de acreedores voluntario. Mariscal se aquejó, por aquel entonces, de que los adultos todavía seguían viendo en el cine de animación una opción de ocio infantil. 

Ciudades como Londres se han rendido a su obra con exposiciones retrospectivas, las grandes marcas -como las ya citadas- buscan su sello, pero su obsesión por estar constantemente actualizado le hace conectar también con las corrientes más actuales: «si ahora somos más conscientes de nuestro entorno y el diseño se concibe para hacer un mundo más amable, eso no solo es algo positivo». Mariscal también ve natural todo el revival de la artesanía -Palo Alto Market da buena cuenta de ello- y los productos de kilómetro cero «tanto en la mesa [cocina] como en el diseño». Ese es el presente, mapeando una nueva corriente e influido por el tiempo en el que vive como si acabara de salir de una escuela de diseño. Tan joven y actual que mencionar la llegada de una hipotética jubilación, pese al punto y coma del Estudio Mariscal, es absurdo.