Entrevistas, Teatro

Martínez Luciano: «Las instituciones han de lograr que los creadores valencianos no tengan porque irse para hacer cultura»

Publicado originalmente en Valenciaplaza.com

Estos días se inicia la XXXIII edición de Sagunt a Escena, marcada por un estirón presupuestario y la llegada de su nuevo director, el ex responsable de Teatres de la Generalitat Juan Vicente Martínez Luciano. Doctor en Filología Anglogermánica, sigue siendo profesor de Filología Inglesa en la Universidad de Valencia. Allí desarrolla durante el curso la docencia relacionada fundamentalmente con el Teatro Contemporáneo en Lengua Inglesa. 

Miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España, este traductor de H. Pinter, S. Beckett o T. Williams, regresa con Sagunt a Escena a la gestión pública en un supuesto cargo eventual que, todo indica, durará al menos unos cuantos años. A la espera de la ratificación tras esta edición de partida, conversamos con él sobre la escena teatral valenciana en su amplitud:

-La última edición de los Premios Max dejó una cosecha de nominaciones y premios para las artes escénicas valencianas sin precedentes.
-Creo que es la segunda vez que he vivido una experiencia similar. En el año 2000, aproximadamente, hubo una especie de gran cosecha con Pablo Zarzoso, Alejandro Jornet, Carles Alberola, Roberto García…No solo como autores, sino también como directores y actores montando grandes espectáculos. El año 2000 fue tan interesante para el momento de las artes escénicas aquí que cuando monté mi compañía la llame Dramaturgia 2000. No solo era un cambio de siglo, sino también un cambio de actitud en la Comunitat Valenciana respecto a las artes escénicas. Había una efervescencia, creativa y de público. Recuerdo que haciendo incluso cosas como lecturas dramatizadas en la SGAE aquello se llenaba hasta los topes. En toda la región pasaban cosas muy bonitas y de gran calidad. La Mostra d’Alcoi, el festival de MIM de Sueca y Sagunt a Escena eran nombres de referencia. Había verdadera dificultad para atraer producciones y espectáculos que vinieran a los 6 espacios públicos que teníamos [habla como director de Teatres de la Generalitat] por la demanda. 

-¿Qué pensó cuando vio a los premiados de este año?
-No fueron solo los premios ni las muchas nominaciones, fue ver como autores como Víctor Sánchez, encuentran una continuidad. Le tengo mucho cariño porque le tuve como alumno del Master de Gestión Cultural y dirigí su trabajo de fin de Master. Él ha logrado que su trabajo haya alcanzado ese reconocimiento en Madrid y por España. En el caso de Rosángeles Valls, el día que vi el estreno de Pinoxxio en Paterna, recuerdo que le dije que iba a llevarse muchos Max… ¡quizá también porque sé lo que puede encajar en estos galardones! Lo importante de todo ello es el reconocimiento exterior. Es importante porque ayuda a que los propios creadores vuelvan a tener confianza en ellos mismos. En las artes escénicas el efecto contagio es importantísimo. Cuando alguien aquí es optimista y su trabajo es reconocido es capaz de irradiar esa energía positiva a los que estamos alrededor y nutrirnos de ella. Se nota mucho. 

-¿Qué ingredientes se sumaron para que se generase aquella generación del 2000?
-En la dramaturgia valenciana tenemos una etapa previa con los Sirera y los Molins, una etapa importantísima, pero que tenía unos cauces muy determinados con la lengua y la recuperación de la tradición valenciana desde el punto de vista de la escritura. Esto provoca que luego haya una reacción con un lenguaje muy fresco. Es el fenómeno del año 2000, con muy buenos dramaturgos, de nivel nacional, al menos una docena. Lo bueno, lo diferencial quizá, es que no se dedicaron solo a escribir teatro. Se dedicaron a trabajar para que sus textos subieran a escena creando compañías, pensemos en Albena, en Jornet, en Zarzoso, en Arden, en otros… No solo había buenos textos, sino ganas de dejarse la pie por convertirlos a escena. Ese impulso se unió a que, también, se empezó a reconocer la calidad de las obras desde fuera y esa cantidad de premios acabó de conformar un poco la escena.

-Con la distancia, da la sensación de que en todo aquel escenario tuvo mucho que ver la ayuda de la Administración.
-Sin duda. Nunca se reconocerá bastante lo que significaron las ayudas públicas en aquel escenario, a todos los niveles. De creación, de autoría, a nivel de producción, coproducción, ayudas a la gira…. El cambio lo ubico desde 2004 hasta nuestros días. Hasta ese momento, fue importante porque efectivamente desde la Administración hubo una conciencia de que había que ayudar porque se creaba cultura, empleo y porque la gente lo pedía, porque el publico lo pedia. Yo recuerdo con cariño que esos seis espacios a los que antes me refiera estaban llenos de gente. 

-¿Pero qué fue antes, la demanda, el apoyo o la creatividad?
-La creatividad generó la demanda. La creatividad generó que no hubiera dudas sobre que había que apoyarlo. Cuando se empezó a ver que esa creatividad tenía reconocimiento a nivel estatal… la Administración no es tonta, así que decidió apoyarlo para también beneficiarse. En el teatro universal siempre se ha dado la situación de que que tu empiezas siendo un autor marginal hasta que tu calidad hace que la Administración te adopte y te convierta en la estrella del teatro público. Cinco años antes eras marginal, ahora eres el más representado de los actores. La administración valenciana hizo eso en aquella época.

-Y, de hecho, los nuevos gestores públicos valencianos estaban allí la noche de los Premios Max.
-Por una parte, es necesario que estén. Por otro lado, hay un rédito político. Si tu adoptas una actividad y esa actividad tiene éxito y es reconocida, pues te aprovechas tú también de ese rédito y sigues invirtiendo en ello.

-Has estado en la Administración durante una época, encima de los presupuestos. Ahora lo estas desde la dirección de Sagunt a Escena. ¿Cuánta es la distancia presupuestaria entre ambos momentos?
-Antes había muchos más recursos que ahora. No sé si éramos una comunidad mas rica, pero había mas. El festival se mueve en torno a los 250.000 euros de presupuesto, con la aportación de Generalitat, Diputación y Ayuntamiento, además de las 15 empresas que han aportado y que todas nos apuntan a que quieren seguir colaborando e incrementar su colaboración para el año próximo. En 2005, justo antes de que me cesaran, yo encargo la dirección artística del festival a Salva Bolta y en ese momento el maneja un presupuesto de 350.000 euros. 

-¿En qué se convierte, qué significa esa distancia?
-En que se pueden hacer las cosas con más tranquilidad. Pero hay que pensar ya en una producción propia. A mí me contrataron en marzo y ya no se podía pensar en ello, pero sé que el festival se ha de asentar sobre dos ejes: el primero, una coherencia con la programación porque no todo cabe en el teatro romano; el segundo, que esa diferencia distintiva ha de venir marcada por la producción y coproducción de cada año. A mí me gustan mucho los festivales de Mérida, Almagro, Olmedo, pero les falta un hilo conductor, eso que ahora se llama ‘el relato del festival’. Hay que huir del eclecticismo, hay que buscar una coherencia. Este año hemos tenido la suerte de que hubiera un número determinado de espectáculos que nos hiciera concurrir que el festival iba a versar sobre lo femenino. Ojalá todos los años fuera tan fácil encontrar ese hilo conductor.

-O sea, que han sido las obras disponibles las que os han hecho elegir el hilo conductor de lo femenino.
-Aunque hay mucha oferta, también podríamos haber optado por los clásicos españoles e ingleses, con la excusa del cuarto centenario Cervantes-Shakespeare. También había opción de optar por los héroes griegos. No ha sido solo lo que nos proponían, sino también lo que nosotros podíamos generar. Por ejemplo, a mi me parecía que había quedarle un empuje a una compañía que a mí me interesa muchísimo por su lenguaje, que es extraordinario, como es Perros Daneses. A esa ‘Fedra’ había que darle una oportunidad que tras nacer en Russafa Escènica, haber pasado por el Rialto, merecía estar en el teatro romano y ver cómo funcionaba. La compañía se ha volcado, le han dado un giro, añadido actores, ampliado escenografía… esa también es la misión del festival. Ya que no hemos podido hacer producción propia este año, debemos dar la oportunidad de que alguna compañía le de otra vuelta de tuerca a su propuesta.

-Este ejemplo habla de tu relación como espectador del teatro alternativo. ¿En qué se debería convertir el Off Romà? ¿Ha de ser un cajón de sastre o hasta qué punto ha de generar una propuesta independientemente atractiva al romano?
-Este año la intención ha sido la de proponer una oferta atractiva para un público familiar, teniendo en cuenta que va a suceder en espacios al aire libre y en horarios totalmente infantiles. A futuro, Sagunto es un lugar abierto a muchas posibilidades. Para empezar tiene dos casas de cultura perfectamente acondicionadas para hacer teatro en julio y en agosto. En estos espacios, en este sentido, tenemos que construir un Off que sirva de previa en algunos casos para dar el salto al romano. No hablo de generar una segunda división, pero es un lugar para desarrollar otro tipo de discursos. El Off ha de generar espectadores y desde el criterio de que no todo vale, precisamente. Este año hay danza de calle, cabaret, circo, teatro gestual. Espectáculos sencillos con una gran dosis de calidad y creo que eso ha de generar espectadores. No obstante, el Off es una de las grandes tareas, es lenta y quiero ver qué evolución vamos a poder alcanzar en dos o tres años. 

-Antes has mencionado la participación de 15 empresas del Camp de Morvedre en el festival. ¿Se ha notado el cambio de aires para que se animasen a participar?
-Sé que otros años no ha cuajado. Ha tenido que ver que esas negociaciones y reuniones se hayan hecho de la mano de la administración. A estas empresas les hace ilusión tener también un director artístico con el que reunirse y entender cuál es la propuesta. Cuando se reunieron conmigo así me lo transmitieron y hablamos de todas las posibilidades de colaboración. También ha sentado bien, porque así me lo han dicho, que más allá de mi curriculum, yo lleve 20 años viviendo en la zona. 14 años en Sagunto, de hecho. Sé lo que sucede los viernes en la Casa de la Cultura, los problemas que hay con la cementera o la idiosincrasia del Puerto de Sagunto. Que no fuera un recién aterrizado se que les animó y hemos logrado que, directamente, haya cuatro funciones del Off que las paguen los empresarios. Su actitud es la mejor y nos han dicho que no esperemos a mazo para ir a verles, que mantengamos la comunicación. 

-Tu dirección fue anunciada como algo eventual, para ‘salvar’ la edición de 2016 y más tarde entrar en un proceso de decisión sobre el futuro de la dirección, pero todo lo que haces, todo lo que gestionas y planificas, no tiene esa fecha de caducidad presente. El secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, ya ha dejado entrever que la dirección del festival no tendría por qué salir a concurso o someterse al Código de Buenas Prácticas. ¿Cómo lo percibes tú?
-No trabajo pensando en que vaya a acabar con esta edición. Trabajo pensando en las próximas ediciones y si viene otra persona, no pasa nada. Los festivales se han de trabajar con todo ese margen y es necesario que lo hagamos así también de cara a patrocinadores e instituciones. 

-Una de esas relaciones a futuro puede salir de la reunión del 2 y 3 de septiembre en Sagunto, con la llamada de los representantes de festivales de España. 
-Estamos gestionándolo con mucha ilusión y responsabilidad. Almagro ya ha dicho que viene, Mérida también, Focus como empresa también, el Centro Dramático Nacional, Paco Sanguino, los festivales de Elx y l’Alcudia, Sna Javier, Zaragoza que empezaba este año. En total, nos podremos reunir una docena de instituciones para ver qué podemos hacer juntos… va a ser extraordinario.

-Por ejemplo, ¿coproducciones?
-Imaginemos que, por ejemplo, quisiéramos traer al festival de Sagunto a la Royal Shakespeare Company a hacer Hamlet. Me lo acabo de inventar. Obviamente, sería imposible, pero si el Grec dice que sí, Zaragoza dice que sí y otros dicen que sí, si sacamos 10 fechas, pues a lo mejor es viable. En cualquier caso creo que es importante la intercomunicación entre todos nosotros.

-¿Y más allá de España? 
-Para los festivales españoles es muy importante oler qué sucede más allá de los Pirineos. En estos momentos, todo sucede entre Barcelona y Madrid. Algo también en Bilbao. Así que creo que pude haber espectáculos importantes para traer de fuera y para atraer desde fuera.

-Hablamos de coordinación entre festivales nacionales, ¿pero qué hay de los valencianos? ¿Cómo ve que el festival Tercera Setmana haya nacido tan próximo a la Mostra d’Alcoi?
-Creo que son compatibles, pero es una opinión personal. Creo que el tiempo les definirá. La Mostra debe seguir siendo genuinamente la muestra de teatro de lo que sucede en la Comunitat cada temporada. Es el escaparate aquí para mostrar a promotores de fuera lo que se hace y debe mantener también ese carácter de feria. Tercera Setmana no tiene mucho que ver. Al contrario: es coger al espectador valenciano y decirle, en 10 días va a ver usted todo lo que sucede en España con 20 espectáculos maravillosos. Estos dos y todos ellos son perfectamente compatibles: el de payasos de Xirivella, el MIM de Sueca, el de teatro de calle de Vila-real… La potenciación de festivales será una de las prioridades de la administración. Y así debe ser porque, aun pasándolo mal, ninguno ha fracasado en los últimos 25 años. Todos ellos han demostrado que tienen calidad suficiente para sobrevivir. 

-¿Y cómo ve la llegada de Musix, la marca paraguas para los festivales de música que los promocionará en las ferias de turismo extranjeras?
-Con mucha envidia. Espero que dentro de uno, dos o tres años, cuando se promocione la Comunitat en Fitur o donde sea, uno de los platos fuertes sean las artes escénicas. Está claro que en el mercado turístico los agentes ya no solo compran sol y playa y ójala ante ese escenario, en ese momento, miren hacia aquí y vena que nosotros tenemos, además de una maravillosa playa en el Puerto de Sagunto y muy buenas paellas, una Fedra extraordinaria o una Medea. Que se puedan vender esos paquetes de Sagunto, de Sueca, de Alcoi…

-Ya que hablamos de acciones institucionales, ¿qué se debería conseguir a lo largo de los próximos años en materia de política cultural para con las escénicas?
-Lo que hay que conseguir es que una persona como Víctor Sánchez, y hay más como él, como sucedió hace 20 años, no tengan que irse. Las instituciones han de lograr que los creadores no tengan porque irse para hacer cultura y puedan generar entretenimiento y diversión desde su origen. Que lo hagan de manera natural y que encuentren apoyo institucional. Que encuentren que este es el lugar para abrir su compañía, como le pudo suceder a Albena, o su sala, como Sala Russafa. Y conseguir que el creador tenga su espacio y su momento aquí y ahora y en la lengua en la que ha decidido crear. Lo digo porque en el caso de Víctor, por edad, por razón social, será en castellano, en el caso de Laura Sanchis, serán en valenciano. Es igual, hay terreno para todos. De hecho, somos privilegiados porque con las dos lenguas tenemos todo el mercado del norte y el oeste con una, y todo el este con la otra. Y esto no quiere decir que dar la oportunidad a los creadores de aquí evite que salgan fuera, al contrario. Es natrual que Víctor ahora esté invitado en una dirección al Centro Dramático Nacional, pero tendría que estar dirigiendo aquí y creando el siguiente texto aquí. Y estrenar en los teatros públicos, que ya le toca. 

-Cambiando completamente de tercio, ¿qué le parece que la Conselleria de Cultura esté dentro de Educación? Dada la distancia presupuestaria, ¿cree que le perjudica ser esa hermana minúscila? ¿Preferiría una Conselleria de Comunicación y Cultura?
-A mí me gustaría de Cultura y punto. Educación y Cultura deberían ir por separado y Comunicación y Cultura también, y eso que le tengo mucho respeto a lo que está haciendo el conseller Marzà. La distancia entre los recursos de Educación y los de Cultura hacen que sea imposible destinar tiempo a la gestión, por eso sería deseable que fueran por separado.

-¿Cuánto nos ha perjudicado nuestra mala relación con el Ministerio de Cultura durante los últimos años?
 -Nos ha perjudicado desde hace mucho tiempo. Cuando yo era director de Teatres de la Generalitat el Gobierno de la Comunitat era del PP y el central era PSOE y no había un buen entendimiento. No afectó mucho en aquel momento porque aquí se vivía en otro mundo; vivíamos en el mundo del crédito. Pero hemos estado maltratados por la administración central desde antes y hasta ahora. Cuando la Comunitat y el Gobierno central estaban regidos por el mismo partido, por el PP, desde aquí Inmaculada Gil-Lázarao fue incapaz de mantener la financiación de Dansa Valencia. Donde debía haber más que un buen entendimiento, una conversación directa, ni siquiera se mantuvo eso que ya se tenía. Así que al final muchas veces este tipo de situaciones tienen que ver más con las personas que están detrás de ello. Si había dinero, bien. Si no había, pues se hacía menos, y si no había nada, pues no se hacía nada.

-Y su efecto en Sagunt a Escena.
 -Y no solo en materia de presupuesto, sino el interés porque este festival siguiera siendo un referente, siguiera siendo tratado como tal por el Gobierno.

-¿Cómo te has encontrado a los equipos de trabajo de Sagunt a Escena?
 -Un equipo genial, pero no se debe a este año. El pasado ya hubo por parte de la Conselleria y del Ayuntamiento de Sagunto que empezaron a devolver el ánimo a la gente con el programa Sagunt a Escena Creix. Me he encontrado con una actitud positiva de administración, de empresas y de espectadores, de la gente del propio Sagunto. Mi sensación es que he llegado con el terreno abonado.

-¿Cuánto ha podido pesar en negativo toda esa etapa de la burbuja crediticia y el gasto en macroproduccions en la Comunitat?
 -Mucho, no te lo puedes imaginar. Ahora en cualquier comparecencia todo el mundo pregunta, <<¿y la Nave? ¿y la Ciudad del Teatro?>>. Es algo por solucionar, pero supongo que la gente, creo yo, no es consciente de lo que cuenta levantar esa persiana. Hay que pensarse muy bien qué quieres hacer con esa nave. Cuando en Londres se abrió la New Tate Modern no fue una decisión de la noche a la mañana: reuniones de expertos, informes… O los locales del Berlín Este reconvertidos en contenedores culturales. No son decisiones cualquiera. Se reúnen personas formadas y preparadas para hacer un presupuesto y saber si se quiere insonorizar, tabicar, posibilidades… Eso sí, nunca se volverán a ver unas Comedias Bárbaras como las de Bigas Luna. Nunca volveré a ver nada igual en ningún lugar del mundo, pero esto no se puede hacer todos los días. Pero, para entender cómo funcionaban las cosas, siendo director de Teatres un día se me propuso poner parqué flotante en toda la Nave. No tenía sentido así que yo dije que los caballos de Bigas Luna y los pastores alemanes que corrían detrás de las actrices patinarían. Era la fórmula para que no lo hicieran, suponiendo que detrás esa idea tenía a una empresa a la que había que darle trabajo por lo que fuera. En 2006 o 2007 se hicieron unos camerinos que… los mejores del mundo. Sin ningún plan. Años después, de repente, alguien llevó y se llevó toda la grifería. Ahora hay un guardia de seguridad cuidando de la escenografía de Calatrava. Cada día lo veo.

-Para ti es una edición de debut. ¿Qué sensaciones tienes?
 -Buenas. Los responsables culturales del Institut Valencià de Cultura, Conselleria, Diputación y Ayuntamiento están contentos con el trabajo y yo también. Los agentes culturales de Sagunto han hecho un esfuerzo increíble, pero también los de esta casa [Teatres] tuvieron que esperar a que acabara la temporada en el Teatre Principal para llevarse buena parte del equipo técnico que ahora se está montando en Sagunto. Por eso cuando oigo a Natalia Menéndez, la directora del festival de Almagro, decir que si no le dan el 15% más se va y que 141 personas trabajan de manera directa en el festival… Aquí somos seis personas. Ella habla de su oficina de de Madrid, de la oficina de Almagro, de producción, comunicación… Aquí tenemos 10 o 12 técnicos que ahora, sin vacaciones, desmontan en julio y se llevan todo a Sagunto. Las acomodadoras empiezan el 23 de julio, acaban el 10 de septiembre y el 29 de ese mismo mes ya están en el Principal. Si no fuera por el entusiasmo de las personas sería

-Como decías, estos últimos 20 años has vivido en el Camp de Morvedre. ¿Te sientes próximo a Sagunto y el festival te estimula lo suficiente como para no pretender ninguna otra posición en la gestión pública?
 -Es muy gratificante el trabajo que estoy haciendo. Creo que, por edad, ya no me corresponde el tipo de esfuerzo que requiere una dirección general o subdirección. Soy de los que cree que hay que dejar paso a las nuevas generaciones en esos lugares de trabajo, algo que también lo he hecho durante mi carrera universitaria. De hecho, uno de los grandes problemas en todas las administraciones es que se van creando barreras generacionales. Hay que darle cancha a la gente. Me veo como mínimo un año más en Sagunto. Tengo fuerzas para hacerlo.