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Los 25 errores que hundieron a RTVV y que À Punt no debería repetir

Publicado originalmente en Culturplaza.com

Este miércoles 25 de abril de 2018 nace –en pruebas– «la televisió» de À Punt. La fecha escogida no es aleatoria, habida cuenta de que es la cruz en el calendario que recuerda la pérdida de los fursy la llegada del absolutismo borbónico que derivó en la España contemporánea. Es el triste aniversario del punto y final de un arraigo político, económico y social que se había construido unos siglos atrás generando por primera vez y de con músculo cultural la conciencia como pueblo de los valencianos (Els valencians, des de quan són valencians?). Por todo ello, el 25 d’abril, desde hace décadas, va acompañado de manifestaciones y reivindicaciones nacionalistas y este año a la efeméride la acompañará el restablecimiento del servicio público de radio y televisión en valenciano. 

No obstante, el hecho (y la primera frase del reportaje) esconde dos símbolos más prosaicos: el primero, que nace en pruebas, ya que como se ha encargado de advertir la directora general, Empar Marco, solo se pretende que los valencianos sintonicen el canal cuyos contenidos llegarán antes del verano; el otro no símbolo es la no distinción del canal televisivo, ya que tras 36.000 euros de inversión en la selección del naming y la creación completa del desarrollo de marca este es el día y esta es la hora en la que la radio (activa desde diciembre de 2017) y la señal audiovisual poseen el mismo nombre. Un hecho inédito en cualquiera del resto de las radios y televisiones públicas en España que mantiene como única distinción el concepto «la televisió d’À Punt» o “la ràdio d’À Punt”. Esta última, por cierto, estrena el jueves 26 tiene su primer programa informativo. Un matinal de 7 á 10 de la mañana (se emitirá de lunes a viernes) presentado por Elpídia Bellver y bajo el nombre de Les notícies del matí

En el caso de la tele han tenido que pasar cuatro años, cuatro meses y 25 días para que la señal –en pruebas– regrese. Tras un polémico y azaroso proceso judicial, político y administrativo, todo parece listo para su alumbramiento. Sin embargo, la reciente publicación de RTVV: paradigma de la triple crisis de las televisiones públicas (Tirant Humanidades) repasa una gran cantidad de errores acumulados desde 1984 en el proyecto precedente. También los aciertos, que el profesor de comunicación de la Universitat de València, ex RTVV y ahora trabajador de À Punt Carlos López Olano ha compilado. La siguiente es una selección de algunas de las pifias más relevantes en la gestión del ente que todavía se encuentra en proceso de extinción.

Ley, nombramientos, identidad y llengua

1. El error en la aplicación de la ley

De la Ley de Creación de RTVV 7/1984 a la Ley del Servicio Público de Radiodifusión y Televisión de Ámbito Autonómico hay «un mundo», apunta López Olano. «La actual es una ley más garantista porque, en gran medida, vivimos tiempos muy distintos». No obstante, no todos los errores en torno al documento maestro se le pueden achacar a la ley: «más allá de la norma, está la responsabilidad política. RTVV fue progresivamente un completo desastre en la manipulación y finalmente la alteración de la norma».

2. El error en la elección de los cargos ejecutivos

«Lo deseable es que la elección de los responsables sea lo más autónoma posible. Por eso, es esencial la creación de un Consejo del Audiovisual«, apunta el autor del libro. En el caso de À Punt, ese consejo está en marcha (el Consejo de la Ciudadanía ya está conformado y ejercerá su papel asesor) y no tendrá precedentes. RTVV fue incapaz de promover la creación de ese órgano en sus años de origen –más propicios a su llegada–, pero tampoco cuando el Partido Popular lo propuso en el programa electoral con el cual Eduardo Zapalana llegó al Palau de la Generalitat. No sucedió, no existió y de la elección pactada del Gobierno en mayoría con la oposición (Amadeu Fabregat, 1988) pasamos a la sucesión de máximos responsables escogidos a criterio único del Consell. En el caso de Zaplana, por ejemplo, situando a su jefe de prensa Jesús Sánchez Carrascosa como máximo responsable. Más tarde, siendo este empresario de ASTEL sobre quien recayó la externalización de algunos programas estructurales como A la Babalà.

3. El error en la elección de los cargos intermedios

El libro de López Olano evidencia una vez más los terribles informes del Consejo de Redacción sobre el funcionamiento de RTVV. Ese órgano impulsado también con la llegada de Zaplana y que durante años dejó negro sobre blanco un cúmulo de irresponsabilidades a partir de la gestión del dinero público que ahora resultan difícilmente asumibles. Como prueba, al absurdo de las votaciones en los nombramientos de cargos intermedios. En las votaciones consultivas podemos ver los ejemplos de Lluís Motes como coordinador de informativos (más tarde ostentaría poderes de mayor responsabilidad tras otras votaciones igual de desfavorables por parte de los compañeros). Resultado: 77 votos en contra, 22 a favor. Fue nombrado. Rafael Medina, coordinador de informativos de fin de semana. Resultado: 96 votos en contra, 5 a favor. Fue nombrado. Y son solo dos ejemplos.

La ley de 2016 obliga a que esas votaciones sean vinculantes, algo que cambia «radicalmente» la posibilidad de repetir este error.

4. El error de sumirse en la ‘causa electoral’ del catalanismo

Entre los procesos de apertura de Fabregat y Marco hay algunas analogías. Por ejemplo, cierta disfuncionalidad entre los primeros pasos avanzados por Maria García-Lliberos (entonces) y José María Vidal (ahora) como iniciadores del proyecto frente a quienes finalmente ponen en marcha la televisión como directores. Son posiciones distintas, aunque hay compras de equipos y una parte del contenido que abunda en esa idea de disfuncionalidad entre distintos responsables. Más parecidas resultan las acusaciones de influencia catalanista entre ellos dos, pese a que todas las descripciones de sus caracteres son muy distintas. 

«Canal 9 fue un pim pam pum desde su primera emisión hasta su final. Todo el mundo la atacaba. O bien por catalanista o bien por todo lo contrario«, apunta López Olano. En el caso de Fabregat, sus implicaciones políticas de las que trató de huir tras el nombramiento le persiguieron. Una vez dentro, con su famosa lista de las 543 palabras prohibidas e impulsando programas como El Show de Monleón se convirtió en el gran traidor para los más puristas de la llengua. En el caso de Marco, su última vinculación profesional con TV3 (y el vídeo de WhatsApp que lleva meses circulando y rebotando y que repasa cualquier rastro asimilable de la causa política favorecida) vuelven a cargar las tintas sobre este aspecto.

«La responsabilidad no es solo política. Es civil. Es necesario un voto de confianza por parte de la sociedad frente a esta acusación recurrente. Si no, será muy difícil avanzar», concluye el autor del libro.

‘El Show de Monleón’ fue muy criticado por los más críticos con las cesiones lingüísticas. Su popularidad le convirtió en el programa de acceso a los informativos de la noche, posición que defiende Pérez Olano en su libro

5. El error en los plazos de apertura

En la primera apertura pesó un proceloso camino desde 1984 a 1989. Entre la ley y la primera emisión, avanzada en gran medida al 9 d’Octubre de aquel año por unas lluvias torrenciales (filón de audiencia, como se comentará más adelante). Fabregat tardó 18 meses y cuatro días en iniciar las emisiones. Marco, según apunta las fuentes desde Burjassot, bajará esos tiempos bajo la presión de sumergirse en ciclo electoral si no abre en el verano de 2018. No obstante, la decisión de hibridar la emisión en pruebas con algunos contenidos infantiles, contrariando la idea de no generar una apertura parcial contra la que se ha opuesto siempre, evidencia la presión sobre la reapertura. Un error en los plazos óptimos está llamado a generar un descrédito mayor ahora que en 1989.

6. El error de tambalearse ante el poder normalizador de la llengua

Pocos resortes se han convertido en ejemplos más sensibles de las tensiones internas y externas sobre RTVV que la llengua. Como dice López Olano en su libro, «bajo sospecha permanente», comenta a Valencia Plaza que «lo que el valenciano es hoy en día tiene una deuda impagable con Canal 9. Se cumplió un papel que nunca se reconoce. Pudo ser mejorable, pero es sin duda el instrumento vehicular y más relevante de la misma». Abstraerse de esa realidad y, por otra parte, no recoger la extensa variedad del lenguaje en todo el territorio valenciano es un error del que RTVV no supo zafarse. Desde Amadeu Fabregat con el caso de los lingüistas despedidos o apartados (en caso de ser trabajadores públcos), hasta la instauración de castellanismos por imposición de los ámbitos más reaccionarios con la realidad académica del valenciano. 

López Olano cree que, dados los indicadores, «más que nunca, la apuesta por una programación 100% en valenciano está justificada. Es a quien se dirige y en la que se convierte en la principal plataforma para todo ese público». Además, cuenta con la esperable reciprocidad con Cataluña y Baleares. RTVV apostó por un modelo bilingüe que acabó por compensar como grupo al bascular mucha programación en valenciano hacia Punt 2 y ampliar el margen del castellano en la principal cadena por inversión.

Contenidos y derechos

7. El error de abandonarse al sensacionalismo

De nuevo, la ley actual muestra su lado más garantista al desterrar reality shows y telebasura. Por contra, RTVV, que competía con Antena 3 y Telecinco y no con la TDT actual –por no hablar de las plataformas de pago y los contenidos bajo demanda–, bajó hasta los infiernos del amarillismo. La piedra filosofal de lo peor que ofrece y provoca la televisión en España se talló entre la retransmisión en directo –y tertulia– del juicio del ‘Caso Alcàsser‘ y la gestación y promoción de Tómbola. Ambos casos, legado valenciano al proceder de la producción audiovisual con el agravante de estar financiado con dinero público. Más adelante observamos otros errores derivados de la tensión por alcanzar una audiencia con líneas de programación tan de otro tiempo como Nit d’erotisme, que a partir del verano de 1990 trató de captar «la audiencia de los turistas que venían a nuestras costas».

8. El error de la no reciprocidad con las televisiones de la propia lengua

Nada se sabe por el momento de la inquietud por parte de À Punt de encontrar un canal preferente en plataformas de pago como Movistar+, entre otras. La 8 Mediterráneo, única televisión privada autonómica valenciana, está situada en el octavo puesto de esa plataforma, como lo están en cada autonomía las cadenas preferentes. Mientras, su segundo canal se sitúa en el 9 del mando. À Punt no ha hecho movimientos a este respecto con plataformas de pago y ocupara los diales que en su día Amadeu Fabregat ‘robó’ a TV3. En un movimiento estratégico, el director de la tele que se iniciaba ocupó esas freqüencias: «fue una jugada maestra. Hizo lo que tenía que hacer», comenta López Olano, que aboga por «una reciprocidad, aunque seguramente estaría bien contar con unos meses de margen para la estabilidad de À Punt». Reciprocidad con TV3, pero también con IB3, que alejada de la necesidad mediática por repetir el mantra del catalanismo parecen no tener en cuenta los contenidos de la radio y televisión públicas baleares.

9. El error de pujar por derechos en mercados con una clara inflación: fútbol, Fórmula 1, la visita del Papa…

«La posición de Canal 9 con respecto a la compra de derechos de fútbol no es exclusiva de la televisión autonómica valenciana. Evidentemente, se pagaba mucho más de lo que se podía rentabilizar. En nuestro caso, con las cifras de audiencia en las que se manejará la tele más si cabe, habrá que hacer de la necesidad virtud y apostar por productos más locales y de más calidad», comenta López Olano. La FORTA se hizo con los derechos en exclusiva de La Liga entre las temporadas 90/91 y 97/98. Como recoge el libro, pagando desde los 3.90 millones de pesetas hasta los 6.900. 

La excepcionalidad valenciana fue más allá a la hora de subvencionar –sin pasar por Les Corts, pero con dinero público– a clubes de fútbol privados. En el año 2009, el Valencia CF y el Villareal CF vendieron sus derechos por 33 millones a Canal 9. Estos generaron una contraprestación de 22,2 millones. 11 millones de pérdidas en favor de empresas. El libro de López Olano amplía aún más el foco y recoge como en 10 años hasta aquel 2009, RTVV pagó 459 millones por derechos de estos equipos. Revendidos, generaron 224. El acuerdo por la Fórmula 1, ni siquiera en exclusiva (compartido con la Sexta) y con unos paupérrimos datos de audiencia, es si cabe peor dada la inexistente masa social atendida por el desfalco. 

Caso a estudiar –más allá de los procesos judiciales en marcha– es el Encuentro de las Familias y la visita del Papa emérito Joseph Ratzinger a València. Para empezar, habría que preguntarse si era interesante que RTVV se quedara con los derechos en exclusiva y no permutara esta posibilidad con Radiotelevisión Española (como había sucedido en otros encuentros a nivel estatal). Hoy sabemos que el exdirector de RTVV Pedro García poseía el 20% de la empresa Orange Market, responsable de buena parte de la producción y marketing a muy distintos niveles de este otro gran evento de la Comunitat en época de endeudamiento crítico. Una época en la que a la opinión pública no le pareció nada escandaloso que Teconsa, una empresa dedicada a la construcción en León y sin la menor experiencia en el sector, se encargara de la producción de pantallas gigantes y montajes audiovisuales del encuentro. El libro de López Olano apunta a que la cobertura se contrató por 7,4 millones de euros, la mitad fue subcontratada por Teconsa a terceros y presuntamente el restante fue a parar a manos de Álvaro Pérez ‘El Bigotes’ y Francisco Correa. Por otro lado, los derechos de retransmisión se elevaron a los 14,7 millones de euros mientras que Televisión de Galicia o TV3 los habían conseguido por tres para eventos homónimos de la iglesia católica.

10. El error de emitir corridas de toros

El libro de López Olano no entra en valoraciones sobre la idoneidad de contenidos –más allá de los flagrantes casos de telebasura mencionados–, pero si cuantifica una gran cantidad de productos audiovisuales en la historia de RTVV. Por ejemplo, en 1994 se retransmitieron 302 corridas de toros. La directora general de À Punt, Empar Marco, ha dejado claro que no existirá esa posibilidad en la tele pública valenciana. Eso sí, la puerta ha quedado abierta a los bous al carrer. Estos festejos en torno a los toros son un eje central de las tradiciones en una gran cantidad de poblaciones de la Comunitat (destacan aún más en la provincia de Castellón, aunque tienen una potente representación en las otras dos). Ya sea por esta realidad cultural o por las mieles de la audiencia, lo que sí ha quedado descartada es la lidia y muerte de estos animales en la televisión pública valenciana. La comparativa actual nos lleva a la única televisión de la TDT que emite corridas en la región: Televisión Española. La empresa pública estatal destina algo más de un millón de euros a un programa propio en televisión y otro en radio y en 2017 emitió cinco de estos ‘festejos’. 

11. El error de subestimar la producción local

Más allá de las corridas de toros y los informativos diarios y no diarios, RTVV demostró una subestimación histórica a la producción local de contenidos. No la propia, sino especialmente la del sector circundante. Sin embargo, en los dos últimos años, el libro de López Olano analiza los dos casos de éxito más significados: el concurso Trau la llengua y la serie l’Alqueria Blanca. el primero, muy por encima de la media de Canal 9 en su share con un 11% de audiencia; el segundo, incluso, llegando hasta el 20% de share. Dato fuera de lugar en comparación a una serie histórica de cifras que analizaremos más adelante.

Para López Olano la prueba es evidente: «es en esa distinción de producto local de calidad, próximo al posible consumidor y que le hace muy partícipe, donde puede estar el filón de audiencia. Sin duda, en porcentajes, À Punt tiene que saber hacia dónde apunta y no es nada distinto a las cifras que obtienen el resto de televisiones autonómicas».

12. El error de menospreciar la cultura local por motivos ideológicos

Cuando murió Joan Fuster, el 21 de junio de 1992, RTVV no poseía imágenes del que para muchos había sido el intelectual más influyente de la sociedad valenciana de la segunda mitad del siglo XX. Las distancias ideológicas llevaron a que la tele de Fabregat tuviera que comprarle brutos a TV3. Nunca se le entrevistó. 

El libro de López Olano recuerda aquella situación, pero también cómo, en aras de unas elecciones que pintaban mal para los partidos de izquierdas, llegó la primera entrevista a Raimon en 1994. Las elecciones cambiaron el signo del Gobierno de la Generalitat y hasta entonces, Fabregat había mantenido un veto personal a Ovidi Montllor «como cantante, actor y doblador». 

Esos son los ejemplos más destacados del primer periodos. En los posteriores, las listas negras y la exclusión por ideología quedó generalizada. Por poner un ejemplo, la música en valenciano –más allá del cant d’estil– quedó relegada a algunos espacios de Ràdio 9 y a los últimos años de RTVV, donde surgió un repunte más bien derivado de la inquietud empecinada de algunos trabajadores y trabajadoras de la casa.

El error de los lapsus culturales y de la significación ideológica como excluyente –en cualquiera de los sentidos– es del todo evitable.

Informativos

López Olano resume la cantidad de errores acontecidos en torno a los informativos de RTVV: «el error transversal fue el de las injerencias políticas. Se convirtieron en algo habitual. Normalizado. Imperó durante muchos, muchos años una total falta de independencia informativa». El autor es además un estudioso del modelo de la BBC, que se detalla en gran medida en la primera parte del libro. Más allá de estas ideas, recogemos algunos de los errores que entrecruzan el texto de RTVV: paradigma de la triple crisis de las televisiones públicas.

13. El error en la elección de horarios de los informativos

Una curiosidad –entre muchas– que aporta el libro fue que Alfonso Guerra influyó en que los informativos de las televisiones autonómicas se iniciaran a las 14h para no robar audiencia a los de TVE. Los informativos de Canal 9 se alinearon con la norma y la siguieron a pies juntillas, incluso superada aquella etapa inicial en la que al Gobierno de Felipe González no le hizo ninguna gracia la llegada de estos instrumentos de empoderamiento regional. Más allá de esto, À Punt juega con la gran baza de ser una televisión única en todo el espectro de oferta: en valenciano y de servicio público estricto. Por eso, la elección de formatos y tiempos le compete y dada su nueva creación no tiene razón para alinearse estrictamente a ninguna franja con ninguna de sus ediciones de informativos.

14. El error de la autocensura

Otro de los pasajes más interesantes del libro pasa por recoger las impresiones de otras publicaciones anteriores. Una de ellas es La televisió (im)possible: 10 anys d’informatius a Canal 9 que, entre otros autores, cuenta con el que fuera director de los mismos durante los primeros años, Juli Esteve, o el periodista y ahora ex secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro. Ambos admiten los entresijos y el ritmo de la autocensura que definen los maestros Chomsky y Herman:

«La censura es en gran medida autocensura. Por un lado los periodistas y comentaristas que se ajustan a la realidad de los requerimientos organizativos de las fuentes, y de sus jefes […]. Los periodistas son capaces de autoconvencerse de que eleigen e interpretan las noticias de una manera objetiva».

Esteve dice que en los inicios y durante años «no hubo más consigna política que la de ser profesionales, equilibrados y moderados. Todo un privilegio». Sin embargo, todavía en regencia socialista, el caso Filesa trató una semana en emerger en aquellos informativos o de las cargas policiales en la Huelga General de 1994 hubo una consigna clara de comunicar normalidad. Este error es una clara amenaza que sobrevuela a los futuros informativos de «la televisió d’À Punt«, pero no es el único ni el más ‘tentador’.

15. El error de «vivir a remolque del trabajo de otros compañeros»

Más adelante, comentaremos los errores derivados del desencanto interno de los trabajadores de RTVV. Un desencanto que en el libro de López Olano se muestra prematuro, pero que deriva en problemas más graves dentro del aparato del servicio informativo. Una de las voces más claras al respecto fue la de Álvaro en aquel libro del año 2000. El extracto es muy claro:

«Es va estendre un sentiment d’alienació amb el projecte que feiem. […] Haviem acabat sent nosaltres els que anàvem a remolc del treball d’uns companys (els dels diaris) que tot siga dit, cobraven prou menys que nosaltres. […]». El error de RTVV es achacable en la actualdiad a todos los servicios informativos de televisión de todas las televisiones de España. Con la salvedad –más bien creativa y formal– de la redacción de La 2 Noticias, no el grueso, sino el íntegro de los informativos de televisión en España se componen de noticias derivadas del trabajo de compañeros de prensa (en papel o digital) y la emisora de radio privada más escuchada del Estado. La suma del trabajo de estos compañeros y la agenda institucional marcan la reunión de contenidos del informativo televisivo y son el origen de su resultado.

En un absurdo hilarante, los editores y editoras de informativos televisivos en España se deshacen en elogios con series de ficción como Borgen o The Newsroom donde los periodistas han luchado por abrir el espacio con una información propia. O varias. Es aquello que les distingue y por lo que la audiencia sabe que debe elegir ese canal y no otro. Esa concepción de los informativos televisivos, del todo desterrada en RTVV (como en el resto del Estado), es una oportunidad para À Punt. Marcar la agenda dada la independencia de sus periodistas y la libertad blindada de su altavoz. ¿Se subsanará este error histórico?

16. El error de proyectar unos informativos institucionalistas 

Álvaro también es crítico en sus escritos y habla –como recoge López Olano– de la llegada de un periodismo de declaraciones, crónica de actividad institucional y poco más. Ante la presión que se percibe en torno a la reapertura de À Punt, es cierto que una salida es la de generar un servicio informativo a partir del llamado efecto agenda setting. Que el ritmo político y el proceder de su agenda conformen la columna vertebral de la información. En RTVV sucedió en distintos momentos y, uno de los mejor descritos en el libro, es el de la llegada de Francisco Camps al gobierno. Otra forma de autocensura a la espera de nuevos posicionamientos… que llegaron.

17. El error de la censura

La censura se destapó en tiempos de Eduardo Zaplana y alcanzó la tragicomedia con campañas como la del trasvase del Ebro que se sincronizaba con una invisibilización de la suspensión de pagos en Terra Mítica. El despliege de la visita del Papa contrastó con la estrategia del silencio en torno al accidente de Metro en València de 2016. Los casos son muchos, pero ningún caso comparable a este último. La intervención del absurdo llevó a que, como han explicitado diversas fuentes durante años, los equipos de periodistas de RTVV en torno a según qué presidentes de la Generalitat fueran siempre los mismos y alguno de ellos exigiera que siempre se le filmara del mismo lado. El lado bueno (aunque igual de bronceado).

18. El error de la intervención ideológica

Más allá de la censura explícita, hay un trabajo de asociación de ideas intrínseco en la dirección de informativos de RTVV cuyas consecuencias son difíciles de calcular. En un momento muy específico de gobiernos dispares entre el Estado y la Autonomía –que se explicita en el libro de López Olano– se inicia un camino ideológico de alto voltaje: la tentación de homologar lo valenciano (señas, identidades, tradiciones, rasgos culturales…) con el Gobierno en marcha. «Es el efecto de la correa de transmisión», comenta el autor a Valencia Plaza. «Parte de la política del victimismo y contagia a todo un imaginario». Es uno de los errores más sensibles de RTVV, pero es una herramienta de rédito electoral que ha demostrado precisamente en la Comunitat su capacidad ganadora.

¿Cuál es el coste y cuál el beneficio de primar durante años aquellas informaciones en las que la Comunitat se «la primera en» (añada aquí lo que quiera, sea real o una verdad a medias?

19. El error del despliegue internacional de enviados especiales

No son pocos los nombres de la redacción de informativos de RTVV (hoy, muchísimos de ellos en la de À Punt) que todavía reivindican las gestas de la información en valenciano desde el muro caído de Berlín, las guerras de la antigua Yugoslavia, el conflicto del Golfo, etcétera. La red de corresponsables de los informativos de Canal 9 fue tan excepcional que si hoy À Punt proyectara algo similar, agotaría su experimental presupuesto en unos meses. Algunas de aquellas misiones informativas, sostenidas durante meses, causaron gastos de 300 millones de pesetas dadas las condiciones laborales, seguros, desplazamientos y necesidades de la labor. Esteve admite que fue una estrategia personal. À Punt debe permitirse voces más allá del territorio valenciano, pero el error de disparar con pólvora de rey en un servicio de recursos limitados como lo era –y más lo es ahora À Punt– parece un error evidente con respecto al objetivo global del proyecto.

20. El error de componer informativos blancos y largos

Las memorias de seguimiento del Consejo de Redacción de RTVV son la biografía de un proyecto fracasado. Base para la tesis de cualquier estudiante que investigue el oficio de la manipulación de una sociedad, sus seis ediciones nos dejan citas tan enriquecedoras como la siguiente de Pierre Bordieu (que recoge López Olano):

«Ho diu clarament Pierre Bordieu (sic) en el seu recent assaig Sobre la televisió. Els continguts informatius de televisió tendeixen a buscar aquelles parcel·les de la realitat que no generen conflicte en la ciutadania, aquells temes en què tot el món està d’acord. El millor: l’oratge. de què parla la gent en un ascensor, en un taxi o mentre espera en una botiga? De l’oratge. És el tema estrela en la societat del consens (Comité de Redacció d’informatius RTVV, 1998)».

Era 1998 y el informe ya prevé la catarsis climática que va a generar más atención –más y más– en los informativos de RTVV. Es solo un ejemplo, porque a lo largo de su historia aparecerán las noticias triviales (A la fresca), el zarpazo de la información futbolística y los sucesos en todas sus categorías (de lo funesto a lo cómico). En 2001, sucesos, fiestas y fútbol ocupaban más de dos terceras partes del informativo. La última vuelta de tuerca fue la de generar informativos tan largos que, como también se ha estudiado, acaban por generar una absoluta desinformación en el espectador que no llega a distinguir el breve sobre la posibilidad de una crisis sistémica de la economía del diseño de un zapato en Elda que se ha puesto una influencer japonesa.

21. Los incontables errores en la gestión del personal

Pocos cuerpos laborales de la Administración en España han generado más atención informativa que el de RTVV. López Olano comenta a Valencia Plaza que la plantilla «se infló, pero es totalmente falsa la idea de que tuviera más trabajadores que Antena 3 y laSexta juntas. Esas empresas externalizan una cantidad ingente de trabajos de todo tipo. De limpieza a producción, pasando por muchos otros. Lo sé porque, entre otras cosas, sufrí un ERE en Antena 3 para generar la privatización de una serie de servicios de la empresa».

López Olano habla de 9.000 trabajadores «directos» en RTVE y 40.000 en la BBC. Sin embargo, la plantilla, al hilo de lo que comentaba Julià Álvaro anteriormente, encalló en una crisis interna prematura que el libro describe como «la isla de los privilegios«. Horarios inamovibles (pese a lo que sucede en la totalidad de trabajadores del sector en España y en el mundo), 35 horas semanales, pluses (que se detallan en el libro) y otras cuestiones, además de algunas pataletas como sintonizar los informativos de TV3 en horario laboral «de forma ostensible». Condiciones que, más allá del clima interno, contrastaban con la realidad laboral de otros compañeros en el resto de medios valencianos.

La fama interna se contagió al exterior y acompañó a RTVV desde tiempos muy iniciaticos hasta su final. Incluso, hasta la actualidad. No ayudaron los colocados y el reparto de sillas. Una corresponsal de prensa local en Villareal se convirtió en la responsable de la delegación de Castellón. 14 años después de haber dejado el cargo, continuaba a nómina sin que se le conocieran directos ni vídeos firmados. Sin rastro, pero alimentando la fama de los trabajadores zombie de Canal 9. 

La otra mala fama –y peor gestión de los recursos humanos– llegó con la purga que construyó al equipo de Notícies 9, llamada más tarde Punt 2. Un movimiento infalible por parte de los primeros gestores a dedo del Gobierno de Eduardo Zaplana que decidieron «purgar» la redacción de informativos. Los trabajadores públicos (que no funcionarios) vivieron lo que se describe en el libro de López Olano como «limpieza étnica«. Se contrataron a jóvenes redactores que recompusieron el cuerpo de los informativos de televisión. Las voces críticas, acusadas por los designados zaplanistas como afines al PSOE, fueron a parar a programas de muy baja actividad (y a deportes; a menudo, para cubrir la actividad de equipos y clubes pequeños sin apenas presencia en pantalla). Aquellas y aquellos expatriados, cuenta el libro, «nunca quisieron volver» a posiciones de trabajo más activas alegando una falta mínima de libertades en la redacción de informativos. Durante muchos años, tampoco faltaban a la verdad.

Financiación y privatización

«El error básico en este tema es que sencillo, porque la economía es sencilla: si en una casa se ganan cinco pesetas, hay que gastar cuatro. Si no puedes gastar cuatro y tienes que gastarte cinco, te las gastas, pero no más. Eso no se hizo nunca. Aunque el momento más decisivo en la historia de RTVV fue cuando se modificó la Ley para que el Gobierno de Zaplana permitiera un endeudamiento del ente como si no hubiera un mañana», dice López Olano.

22. El error de endeudarse «como si no hubiera un mañana»

Cuando el Gobierno del PP llegó al Palau de la Generalitat RTVV parecía haber adquirido una deuda preocupante: 39 millones de euros. En 1998, apenas iniciado el trabajo de los nuevos responsables seleccionados a criterio del expresident de la Generalitat Eduardo Zaplana, la deuda era de 54 millones. En el 99, de 72. No era suficiente. Su Ejecutivo incluyó la Ley de Acompañamiento 9/1999 que «da inicio al triste final de RTVV» para López Olano. Aquella norma permitía «las operaciones de crédito y demás operaciones de endeudamiento que pueda convenir a la entidad». A su criterio. Así pues, los valencianos pagarían cifras fuera de mercado por los derechos de los clubes de fútbol. Cinco años después de la norma, 678 millones de deuda a cargo del futuro que hoy está muy presente. El mañana es hoy.

El libro cita muy acertadamente a fuentes documentales que apuntaron en su día a la berlusconización de la Comunitat, con una importante excepción: Silvio Berlusconi era un magnate de los medios cuando accedió al poder político y «el PPCV lo intento directamente desde el poder».

23. El error de privatizar en favor de empresas ‘amigas’

RTVV bordeó la privatización de muy distintas maneras en distintos periodos de su existencia. Es curioso que, como describe el libro de López Olano, el ‘Pacto del Pollo’ salvó en primera instancia la privatización del Gobierno del PP. Llegó paulatinamente y, de nuevo, a discreción. ASTEL se hizo cargo de Al la Babalà o las corridas de toros entre otros contenidos. La empresa estaba impulsada por dos extrabajadores de la casa, tenía los locales en la misma sede de Valencia Te Ve, tele local vinculada a Sánchez Carrascosa que poseía el 20% de la empresa y «cuya mujer por aquel entonces era la todopoderosa directora del diario Las Provincias Maria Consuelo Reyna». 

Parece difícil encajar que a día de hoy, bajo criterios de publicidad, libre concurrencia y competencia, pudiera suceder algo así –hay otros casos con nombres igual de vinculados al Gobierno de aquel momento–. No obstante, À Punt confía toda la producción de programas y ficción a empresas externas y se hace fuerte en el área de servicios informativos diarios y no diarios. De esta manera, la nómina de trabajadores baja, aunque el presupuesto limita mucho las posibilidades de compra para sus primeros pasos. 

24. El error de provocar un colapso financiero en favor de una privatización encubierta

El endeudamiento a coste de futuras generaciones encontró su final en el año 2010, con José López Jaraba al frente de RTVV. Los datos recogidos por el libro de López Olano describen cómo en aquel año todas las televisiones autonómicas aceptaron la realidad de la crisis económica y propusieron recortes: EITB, -2,14%; RTV de Andalucía, -3,37%; CRTV de Galicia -7,1%; RTVV… -20,5%. Una quinta parte del presupuesto, fuera. De aquellos polvos, llegaría el ERE, pero sobre todo la inoculación progresiva de la idea de que el formato de televisión pública (formato casi exclusivo en Europa) estaba llamado a ser externalizado por completo. 

Solo añadir una curiosidad: aquel presupuesto al que se le había quitado un 20,5% fue de 201 millones de euros. À Punt contará con 50, pero 8 años después.

Audiencias

25. El error de aspirar a unas audiencias de los 90 en el siglo XXI

Catalunya ha vivido un repunte de audiencias muy significado desde el pasado 1 de octubre de 2017. El conflicto abierto por el procés de independencia por parte del Gobierno catalán derrocado por el Artículo 155 de la Constitución Española ha elevado las cifras de audiencai de TV3 al 14%. «Estamos hablando de cifras que TV3 no conseguía en años, porque ha estado muy por debajo esta década», comenta López Olano. Por debajo del 10%, concretamente, o en torno a esa cifra. El último presupuesto cerrado y gastado de la Corporació Catalana de Mitjans de Comunicació del que se tiene constancia es el de 2016 y es de 311 millones frente a los 50 con los que echará a andar À Punt. 

RTVV logró cifras de hasta el 20% de share hasta el año 1993. En el 94 bajó hasta el 18% y así se mantuvo el resto de la década con un pequeño repunte en 1997. El milagro es mayúsculo dado que convivió con el nacimiento de las televisiones privadas. Sucedió en los 90, donde el peso de la televisión pública valenciana, la novedad y la distinción local de la audiencia primaba. Pero llegó el particular Efecto 2000, inaugurado con dos importantes crecidas en los años 2000 (21,20%) y 2001 (23,20%). Los años del gasto desmedido llevaron a que en 2004 esa cifra ya fuera del 16,50% y en 2010 del 11,90%. En su último año, 2013, y pese a las audiencias de récord entre el anuncio de su cierre (5 de noviembre) y su abrupto final (29 de noviembre) el share fue de 4,60%.

López Olano intuye que los objetivos ambiciosos de partida y realistas a medio plazo estarían más cerca de esa cifra o, en cualquier caso, de la horquilla próxima al 10% que logran las autonómicas que quintuplican o sextuplican el presupuesto de À Punt. El consumo de contenidos bajo demanda (al que veremos cómo responde la cadena, cuya relación estratégica con plataformas como YouTube, como tiene TV3, por ejemplo, como partner), el establecimiento de grandes operadores como Netflix y HBO, la extensión de usuarios de ofertas de pago como Movistar+ y la gran cantidad de canales de la TDT invitan a evitar el error de seguir compitiendo contra Antena 3 y Telecinco que frustró la economía y la entidad de RTVV.

Y además de estas 25, sin duda el cierre de RTVV es el mayor de sus errores. Aunque muchos –incluidos trabajadores destacados y agentes estratégicos del sector– advertían años antes de que la empresa pública estaba abocada al colapso, como ya comentamos en Valencia Plaza, las consecuencias culturales y económicas de la decisión de Alberto Fabra son incuantificables.