Publicado originalmente en Culturplaza.com
Mala Rodríguez es, como pocos artistas, consciente de su poder. La distancia con el resto de nombres que podrían alinearse con esa idea es no haber dudado nunca de ello. Sin titubeos, incluso desde antes de que se posicionara para siempre con todo Lujo ibérico (2000), la libertad creativa y de movimientos ha sido una de sus señas. Poderosa, libre y frontal, se ha manejado sin tutelas durante cinco álbumes y dos décadas. Una montaña de versos y seguidores detrás de carteles cada vez más grandes, cada vez más lejos aunque no por ello –ni por suerte– menos sola como referencia de las raperas sobre el escenario. Al menos, en lo más alto del póster.
Con global naturalidad, ‘la reina’ mantiene su trono hasta el día de hoy en America Latina, España y parte de Europa. Ubicua, la estrella surgida de la fértil escena sevillana de hip hop a finales de los 90 ha encadenado años de gira después del visceral Bruja (2013). Un disco desde las entrañas pero lleno de alegrías en lo profesional que ha compaginado con sus incontables colaboraciones. En los últimos meses, desde un hit masivo con Juan Magan al interesante feat. junto al dúo cubano-francés Ibeyi. Una producción a la que hace tan solo unos días, al fin, anunció la incorporación de un nuevo single propio: ‘Gitanas’. Una canción en la que el movimiento #MeToo y su habitual perspectiva social se suma a la marea feminista que promete cambiar de una vez por todas el mundo por un lugar más justo.
La canción se estrenará el próximo 6 de julio, tan solo un día antes de su participación en el Music Port Fest del Port de Sagunt. Aprovechamos la excusa de su paso por València y del anuncio del nuevo material propio para hablar con María Rodríguez (Jerez de la Frontera, 1979).
-Has anunciado el lanzamiento del single ‘Gitanas’ a través de las redes sociales y hace cinco años que no publicas material nuevo propio (Bruja, 2013). ¿Te está costando más escribir o encontrar sonidos para publicar un nuevo álbum?
-Es que no soy muy consciente del tiempo que pasa. El concepto del tiempo es un poco raro para mí. Me dices que han pasado cinco años y pienso, ¿pero qué día es hoy? Porque lo que sí sé es que no he parado de hacer cosas. He hecho un montón de cosas desde Bruja y escribo igual de a menudo, actúo y he hecho colaboraciones. Ahora lo que ha sucedido es que he visto que tenía bastante material, que justo estábamos en Los Angeles y estaba rodeada de las personas que propiciaban que grabásemos.
-¿Has dado con el sonido?
-Es que… ¡totalmente! Porque la estábamos probando con un rollo más cañero, con una onda electrónica y, de repente, probamos con un beat de un tipo de Miami, que es barbero en realidad y…. ¡arggh! [da un grito de emoción]. No sé cómo explicarte ese momento en el que tienes una letra y una canción en la cabeza y dices, ‘esto era’. Ese era el sonido que buscaba… después que encontré la base pedí unos arreglos a un amigo Amir Jonh para que introdujera la guitarra flamenca y ahí está.
-Precisamente, estando en Los Angeles participaste de las macromanifestaciones del #MeToo y el mensaje que acompaña a ‘Gitanas’ es #quiénmeprotege. ¿La canción tiene que ver con tu perspectiva de género?
-Por supuesto tiene que ver conmigo. Es como lo siento. Y ahora por fin estamos saliendo a la calle. Cuando empecé a escribirla no estábamos saliendo a la calle y me daba miedo no saber explicar bien la idea que tenía en la cabeza. Ahora ya no tengo que explicarlo. Estamos al fin conectadas y esto solo acaba de empezar.
-Intuyo que por tus relaciones familiares y personales no es cualquier cosa titular a un tema ‘Gitanas’ y hablar de estas mujeres.
-La gitana es pasional es guerrera es valiente, ya estoy cansada de tanto estereotipo y tanto cliché. Es… [hace un silencio para encontrar las palabras] las primeras feministas que yo vi a mi alrededor fueron las gitanas… las ves trabajar fuera de casa, criar a sus hijos… crianza natural, de la que ahora se habla tanto… son un ejemplo y ya es hora de darles el lugar y el respeto que se merecen. Este país le debe mucho al pueblo gitano. Andalucía lo sabe.
-Una historia que has vivido de cerca.
-Mi madre no es gitana, pero yo tengo un profundo amor por la cultura, la aprecio y la valoro, la siento porque viene de un lugar puro… seré bastarda, pero aprecio lo verdadero y siento un respeto muy grande. Hoy en día la gente se conforma con cosas huecas y es una pena.
-¿La industria discográfica es especialmente machista? ¿Cómo ha sido tu (larga) experiencia?
-Yo he creado mi propio universo. Mi entorno. No he sentido un mayor enfrentamiento que el que tiene cualquier mujer en otro sector. Se acusa a la industria musical de ser especialmente machista, pero no creo que lo sea más o por encima de otras. A veces veo tanto o más machismo en muchas mujeres, porque nos han condicionado y, sin pensarlo, nos encontramos diciendo su discurso. Nos ha faltado educación. Nos ha faltado despertar antes, reconocer las cosas que son injustas y que van más allá de la etiqueta. Algo tan sencillo como ser respetuoso y ver en las personas el respeto que se merecen y las oportunidades que se merecen. Las mismas, los mismos derechos, pero la educación no nos deja. Partiendo de la base de que la educación ya nos inculca que seamos egoístas…
-Más allá de ‘Gitanas’, ¿hasta qué punto te has visto apelada por el movimiento #MeToo?
-En cada una de las manifestaciones en las que he participado he podido sentir, como cualquier otra chica, que no estaba sola. Eso nos ha faltado mucho. Esa fuerza de mirarte alrededor de las injusticias más cotidianas y decir, joder, que no estoy sola. Para mí ese es el mensaje de ‘Gitanas’: no estás sola. No estamos solas. Y es algo que hemos sentido la mayoría desde pequeñas. Porque no nos vemos en las películas, no nos vemos en los libros, en las series, en la música… por qué no estábamos diciendo nuestras cosas. Cuando escuchaba flamenco, siempre pensaba: ‘¿dónde están las letras de las mujeres?’. Donde están todas esas cosas que soy, que nos rodean, ¡que son reales!
-Has dicho muchas veces que la censura que más te preocupa es la autocensura. De hecho, has cantado sobre ello. ¿Qué opinas sobre la decisión de encarcelar a Valtonyc?
-Es absurdo… Pero mira, mi opinión es que te la estás jugando. ¿Qué te creías, que esto era jauja? Esto no es jauja. Esto es lo que es. Sabemos donde estamos desde hace rato. Esto es solo una prueba de la realidad y el tiempo en el que vivimos. Pero te digo, que desde hace tiempo, ¿eh? Que la persecución a Fermín [Muguruza] o la condena contra el cantante de Def Con Dos [César Augusto Montaña] no es nueva.
-O sea, que no te sorprende.
-Pues no. Sorprenderme, no. Sabes lo que estás haciendo. Hemos visto los palos que nos han dado en el 15-m. Hemos visto los palos en Cataluña [Rodríguez tiene su base operativa en Barcelona]. No me sorprende.
-Lo das por establecido, pero precisamente te preguntaba por la autocensura que puede generar. ¿Te preocupa?
-[El videoclip ‘La niña’ fue censurado en 2003 por la mayoría de televisiones en España]. Ya hemos dicho que a mí la autocensura es lo que más me preocupa, pero hay que saber dónde estás y jugar con el lenguaje. Si digo que /Todo tiene un final, como la monarquía/, lo que hago es dar mi punto de vista explícito aportando una idea más abierta. Que va de eso. Por pensar en ejemplos de fuera, ¿cuántas canciones se han escrito en Cuba contando aquello que no se podía contar? Eso hasta amplifica el mensaje. Y que no parezca que estoy ni de coña a favor de un sistema represivo, pero trato de ver el lado positivo en todo. Gracias a este tipo de presiones lo que sinceramente espero es que la gente no se autocensure, sino que se estimule a escribir más y ese mensaje cale más. La condena no me sorprende. Es propia del lugar donde vivimos. De momento.
-Lo que ya no sorprende es que tu nombre sea una constante en festivales de América Latina o Estados Unidos (días después del Music Port Fest actuará en el LAMC de Brooklyn, Nueva York). Y son muchos artistas españoles los que intentan mantener esa relación de ida y vuelta. ¿Por qué a la Mala le ha funcionado tan bien?
-No lo sé, no lo sé… Esa es la verdad. Es cierto que tengo una relación de amor constante con muchos países de América. Colombia, México, Chile, Argentina… llevo visitándolos desde hace mucho rato. ¿Por qué? No lo sé. Sé que cuando estoy allí, con la gente, me ha influido mucho haber escuchado tanta música suya de todo tipo, tradicional o de cantautores que me ponía mi tío… También es cierto que tengo una inquietud constante, que quiero tener conocimientos de su cultura y que lo siento como parte mía. En ningún momento, desde hace mucho, me siento en cualquiera de estos sitios ajena. Lo disfruto y lo saboreo siempre, cada vez, y me he sentido constantemente invitada a compartir esos mercados. Ellos son muy respetuosos con lo que hago y yo con ellos.
-Incluso, esos lugares han ejercido de influencia. ¿Con cuáles has tenido más relación últimamente?
-Estoy malacostumbrada en el buen sentido y hemos vivido cosas increíbles a un lado y a otro. Además, en los últimos años he podido ver cómo ha ido cambiando la escena y la sociedad en México o Chile Están viviendo cosas hermosas y disfruto de ver cómo todo está tan vivo. Hay artistas tremendos haciendo cosas flipantes, verdaderamente originales. América latina se ha convertido en un estímulo musical para mí también.