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Googlearte: tu historial de navegación dice que ‘te tocas’

La mitad de los españoles busca el nombre de su próxima cita en Google, pero ¿y cuántos buscan el suyo propio? Presentamos un decálogo para manipular tu presencia online

Publicado originalmente en Valenciaplaza.com

Se acaba 2013 y la humanidad aún no ha resuelto alguna de sus dudas más trascendentales. Por ejemplo, ¿en qué país se siguen rodando los anuncios de la teletienda? Es inquietante pensar que objetos clave para el futuro de la especie (picadoras, sartenes, anillazos) existían hace 20 años y sus anuncios llegan hasta nosotros ahora, con tanto retraso. Y como no es posible almacenar físicamente toda esa artillería de trastos «+ gastos de envío», cabe insistir ¿en qué rancho amish tienen encerrada a toda esa gente vestida con hombreras, gaseada con laca y llena de alegría consumista? ¿Eh?

Relajando el tono, es agradable reconocer que buena parte del mundo sí ha conseguido superar el año 1992. Desde entonces hasta nuestros días, Internet ha modificado por completo la forma en la que sobrevivimos al entorno natural. Oficios de ciencia ficción, costumbres táctiles y, entre tanta novedad, nuevas formas de concebir el ego y el sexo; esa moneda. Dalí y el Marques de Sade no saben lo que se han perdido.

En el albor de estas posibilidades, el cibersexo se extendió como una ola de calor seco. Todo sucedía sobre aquellos ruidosos teclados color gris/crema. Como en un túnel del terror: salas llenas de seres sin rostro pero con ánimo de tocamiento. Morenzas81 y Kevins18 animaron los espacios para la recreación carnal vía yemas de los dedos y por el sentido visual del asunto. Todo bastante apetecible, excepto por la constante lucha hombre-máquina. Recuerden, módems y routers estampados contra el gotelé.

Sin embargo, las ‘salas’ de Terra, IRC o Hispachat se vaciaron progresivamente. La adaptación del modelo YouTube a la industria del porno acabó por arruinar a Penthouse y las ‘agencias de contactos’ abandonaron el envío por correo de uvehacheeses deuvedeses -sí, qué cosas- por nuevos emporios multinacionales como Meetic o Badoo.

Precisamente ha sido Meetic la que ha publicado un estudio realizado durante el año pasado entre 1.500 usuarios de Internet entre 18 y 65 años. Con sus resultados sabemos que nada menos que la mitad de los españoles ha buscado información en Google antes de tener una primera cita. Sí, el concepto ‘cita’ es cosa de Meetic, pero el dato es de lo más llamativo. El 89 por ciento, además, busca ampliar su contacto a través de las redes sociales online tras el primer acting. Lo que se conoce por un «agrédeme al feisbul (guiño, guiño)». Un comportamiento más visto que la lengua de Miley Cyrus.

El estudio es tan interesante que revela cómo con la edad se nos pasa la tontería: entre los 18 y los 34 años se prefieren los mensajes como principal canal para el flirteo; a partir de los 35, llamada directa. Y es que la mitad de los solteros de Europa según esta empresa han conocido a alguna de sus relaciones a través de la Red. Lo de ‘El diario de Patricia’ era verdad. 

Lo que no revela este estudio de Meetic es algo que va más allá del tocamiento ajeno: ¿qué hay del googleo propio? Porque, no nos engañemos: amiga, amigo, te googleas en la intimidad a la espera de los mejores resultados. Escribes nervioso tu nombre, trastabillándote y, de repente, pisas el ‘Intro’. El resultado es una suma de sensaciones más bien regulares: fotos anteriores a tu tratamiento con el ácido hialurónico, aquella entrevista en plan artista con el pelo verde, los resultados del torneo regional de dardos, las fotos de la boda de tu hermano, cuatro ex novios/as besándote a plena puesta de sol en l’Albufera. Todo mal.

En esta situación de crisis, sabiendo que la mitad de tus futuras conquistas googlearán tu nombre, sabiendo que -tensión- cualquier responsable de recursos humanos googleará tu maldito nombre antes siquiera de entrevistarte para tan deseado puesto de trabajo, aquí tienes un decálogo de urgencia para subsanar a medio plazo tu controvertida existencia en Google:

7 COSAS QUE HACER ANTE EL GOOGLEO DE TU NOMBRE

1. Si te llamas Antonio García, Ana Jiménez o Luis Sánchez: no hay solución. Da por imposible competir con tanto clon nominal y ganar.

2. Si te llamas Antonio Banderas, Ana Pastor o Jennifer López, tómatelo como un regalo en forma de anonimato.

3. Si no compartes nombre con miles de personas ni con ninguna celebridad, puedes manipular el asunto. Empieza por abrirte un blog. Nada mejor para posicionar que el texto. Usa WordPress que es fácil y efectivo y, por favor, evita ser el/la gurú de nada, aunque lo seas. Hay superávit. 

4. Consejo capital: Todo lo que metas en Google+ se va a posicionar especialmente bien. La foto de perfil, aparecerá seguramente entre las primeras. Si lo del blog va en serio, usa la etiqueta de autor de esta red social y verás cómo sube tu posicionamiento.

5. YouTube también pertenece a Google = buen posicionamiento. Cuando subas los vídeos de aquella despedida de soltero, no uses nombres reales. Los motes van bien para el contexto y para no asustar a nadie.

6. Tu perfil en Twitter y LinkedIn (especialmente tu CV, por obvio que sea) también pujarán fuerte a poco que los utilices. Estarán entre los primeros resultados de Google cuando tu deseada/o te busque. Ojillo.

7. Si alguna vez alguien publicó algo sobre ti y quieres que desaparezca de Google, olvídate. En España sólo algunas sentencias -y una vez han sido en firme y han sobrepasado recursos- han conseguido que esta compañía borre un contenido. Superponte con el blog y consigue que otros creen contenido en torno a aquella carrera de 50 metros que ganaste en el cole a los 15 años. Es pan comido.