Música, Reportajes

¿Y si el Tago Mago ya es el gran festival de música electrónica que necesita València?

En su cuarta edición completa un cartel purista y ambicioso en el que la música es el eje de toda su programación. La organización mima el nombre de cada uno de sus confirmados y contextualiza todo lo propuesto de tal forma que esta disciplina artística parece ser el verdadero fin para su público. Esto, en un festival de música, está a punto de ser revolucionario

El cuarto volumen del festival Tago Mago bien merece una reflexión sobre cómo ha crecido este festival de la manera más independiente. Surgido a partir de una asociación (Associació Sistemes Verlag) dedicada a la reedición de algunas joyas de la música electrónica y experimental y la organización de fiestas puntuales, el evento vuelve a Las Naves después de sobrevivir a una accidentada edición en 2017. El pasado año tuvo que trasladar su cartel in extremis a la discoteca La3, vivió la cancelación del directo de Putilatex a tan solo dos días del festival y, sobre todo, no encontró la respuesta esperada en una línea de programación más próxima a sonidos como el rock, el punk o la electrónica más convencional.

«Hemos escuchado a nuestro público, hemos hecho autocrítica y hemos dado un paso adelante». Así lo aseguran desde la organización a Valencia Plaza, después de haber hilvanado el cartel más purista y ambicioso de su corta andadura. El próximo mes de junio, como si tal cosa, Michael Rother (Neu!, Harmonia y miembro durante un breve periodo de Kraftwerk), Francisco López, Orfeón Gagarin, Rabih Beaini, Nightcrawler, Mounqup, Lazharus, Espiricom, We Are Not Brothers y Rastrejo compondrán el cartel principal del certamen los días 22 y 23 (La Mutant; C/Juan Verdeguer, 22). El 9 del mismo mes, Aviador Dro celebrará sus 40 años de trayectoria con un concierto de más de dos horas en la fiesta de presentación del festival la sala 16 Toneladas (C/ Ricardo Micó, 3) en la que pincharán Fran Lenaers y 0600.

En apenas un párrafo, la cantidad de itinerarios de ida y vuelta en la música electrónica y experimental es impresionante. Por ejemplo, de la última a la primera línea, el propio Lenaers encontró a finales de los 70 e inicios de los 80 muchos de sus atrevimientos en Neu!. Sería difícil entender su evolución como dj –crucial en lo mejor que sucedió sobre unos platos en València en aquella década– sin la existencia de Rother. Este tótem del Kraut Rock ha sido influencia confesa de Brian Eno, Sonic Youth, Radiohead o John Frusciante, entre tantos otros. Una de las cimas en el tránsito del rock a la electrónica interpretará canciones de su larga carrera en solitario, pero también de su maravillosa participación en el grupo Harmonia y sus clásicos de Neu!.

Ya solo por ese motivo, la cita en La Mutant sería imprescindible para cualquier persona con ánimo de conectarse a las esencias de la electrónica en el final del siglo XX. Pero el festival va mucho más allá: Francisco López, uno de los artistas musicales españoles más importantes de las últimas décadas, realizará una actuación interactiva. El público será muy partícipe de una experimentación a través del sonido gracias al que este artista –que Sónar programa con todo lujo, como hiciera el año pasado con Lenaers– promete ser uno de los platos más memorables del festival en estos primeros años de vida. López, como sucediera con Esplendor Geométrico (que ya pasaron por el festival) en su momento, sigue cosechando reconocimientos lejos del Estado. Una cita para las mentes abiertas y la necesidad de situar a la música en el centro de la experiencia en un festival; en 2018, casi una posición contracultural.

La ocasión vuelve a ser muy especial por la actuación de Orfeón Gagarin,»tributo inequívoco al cosmonauta soviético Yuri Gagarin que se presentó en 1986 con una cinta homónima y […] supuso un hito tanto por la claridad de su sonido, potente y cristalino en un momento en el que mandaban el lo-fi y la aspereza postindustrial, como por su insólita mezcolanza estética». Así lo describe Javier Blánquez (entrevistado mañana en este mismo diario) en la reedición de Loops (Reservoir Books, 2018). Se trata de una ocasión única para recuperar el trabajo hecho en España y que cruza a la música industrial con los muy queridos Tangerine Dream o Morton Subotnick.

No obstante, la actuación de Orfeón Gagarin va acompañada de otra acción que distingue al festival de electrónica por encima de otros: en 2018, la discográfica valenciana Verlag System, reeditará el clásico de 1986 de este proyecto del artista Miguel Ángel Ruiz. Proyecto en el que se ha involucrado al Regidoria de Patrimoni i Recursos Culturals de València y del que aseguran se conocerán más detalles en las próximas semanas. En cualquier caso, el concierto servirá para celebrar que un festival preocupado por la música rescata y actualiza una grabación de referencia en su estilo dentro de España. Otra acción que recuerda la relación de interés de los organizadores con aquello que ofrecen. Toda una revolución…

La organización pone en valor las actuaciones de Rabih Beaini, Lazharus, Rastrejo o Espiricom, pero en el cartel se ha colado una de las revisiones más refrescantes de los 80. Con la mente en el cine de John Carpenter y los pies en el siglo XXI, Nightcrawler aportará uno de los momentos más próximos a la fiesta introspectiva desde el cartel principal del festival. Mounqup es la única presencia femenina del cartel principal –una carencia que en otros años no ha sido igual– y vuelve a València con la clara referencia de Bjork en el imaginario colectivo. Camille Hédouin ha sido una de las artistas innovadoras más mencionadas durante 2017. Franco-española, ha ganado recientemente en los Premios Martin Codax como mejor artista del año en la categoría de música electrónica.

Por otro lado, el orgullo local sobre el escenario se impondrá con la banda We Are Not Brothers. Con más de 12 años de carrera, esta formación post-industrial (como la ciudad de la que provienen; Alcoi) trabaja entre las variables del ruidismo, han grabado con David Cano (Cycle) y han colaborado en directo con Ana Curra, Hugo Mas o The Suicide of Western Culture. En ellos volvemos a encontrar interrelaciones con el cartel actual del festival o con el paso de Esplendor Geométrico en la segunda edición del mismo.

El crecimiento real del Tago Mago

La organización del festival admite a Valencia Plaza que el mimo con el que tratan a cada una de sus confirmaciones les ha abierto puertas: «que Francisco López haya querido venir, dando él un paso adelante, es algo que no podríamos haber imaginado. Los artistas que han pasado en apenas tres ediciones se marchan encantados con la propuesta y no hay mejor muestra de ello de que Aviador Dro repitan este año para celebrar su 40 aniversario con el repaso a su concierto de Rockola de 1978 y en el que harán un repaso extensísimo a toda su producción».

Los organizadores admiten que, más allá del esfuerzo económico por lograr a un cabeza de cartel internacional, «la apuesta habla de reivindicar nuestras raíces. Hay una base de relación con la música electrónica centroeuropea y alemana. Desde que Eduardo Bort experimentase con el Moog en los 70 hasta que en los 80 se democratizase el acceso y tuviéramos nuestros propios referentes». Referentes que bebían, como ya se ha dicho, de bandas como Can (que da nombre al festival), los mencionados Tangerine Dream o los propios Neu!: «es un sueño que Rother esté en el festival y nos ha llevado tiempo lograrlo. No ha sido nada fácil, pero todos los que estamos en el festival, incluido el Ayuntamiento a través de Acció Cultural y La Mutant han querido que fuera el cierre de la temporada».

La asociación tras el festival mantiene su pasión por el arte de la música a partir de esas raíces marcadas y sus afluentes. Ha pasado de los poco más de 3.000 euros de la primera edición ha superar holgadamente los 40.000 en la cuarta, con artistas que podrían salpimentar un cartel de Sónar Barcelona: «si nosotros viéramos este cartel en otra ciudad, iríamos. Y nos está pasando por primera vez que ya no es solo que veamos feedback desde fuera de València, es que hemos empezado a recomendar alojamientos». 

Esta realidad lleva a los organizadores del festival a pensar si València puede volver a ser una referencia a nivel estatal «para la música electrónica». No a partir de festivales de grandes masas de gente y referencias masivas derivadas de cualquier otra inquietud distinta a la música, sino como referente de la electrónica y la música experimental que ya queda patente en su actual cartel. Para ello tienen claro cuál es el camino, muy similar a lo que refleja el cuarto volumen de su aventura. Los próximos días 9, 22 y 23 de junio se medirán las fuerzas con la audiencia para saber si el público responde a semejante pastel. A partir de ahí, quizá no haya que esperar la llegada de ninguna gran inversión porque el Tago Mago es a día de hoy el gran festival de música electrónica de la ciudad.